sábado, 8 de diciembre de 2018

Más novedades de otoño (Mitología y literatura)


El otoño avanza y cada día aparecen más novedades en las librerías. Mencionamos a continuación algunos libros que nos han llamado la atención estos días, casi al final de la melancólica estación.

Mitos en Atalanta

La exquisita editorial Atalanta continúa publicando la magnífica obra cumbre sobre los mitos de todas las épocas y continentes, firmada por el mitólogo norteamericano Joseph Campbell (1904-1987). Ahora acaba de aparecer el volumen IV y último de la serie, que está dedicado a la
Las máscaras De Dios, IV
«mitología creativa», esto es, a los mitos que son producto de los escritores y poetas; son mitos con un poder tan evocador como los antiguos que estaban inspirados en sentimientos teológicos o divinos. La mitología creativa nace de la imaginación, las intuiciones y los sentimientos transformados y vivificados por el arte; en este caso por el arte poiético, creador (aunque todo arte lo es). En el sentido de Shakespeare, estos mitos serían una especie de espejo para mostrar a la virtud y al vicio su verdadero aspecto, y a las generaciones de cada siglo su auténtica forma y fisonomía.

Los escritores y los artistas, fieles a sus experiencias íntimas, crearon nuevos relatos y ficciones tales como las historias que giran en torno a los caballeros de la Mesa Redonda, el Grial o Tristán e Isolda. Mitos pertenecientes a esta categoría lo son igualmente, por ejemplo, los «mitos» creados por Nietzsche, como el del «superhombre» o «ultrahombre» [Übermensch]; y mitos como el de Don Juan, o los de Dante y su extraordinaria Comedia, o los de Thomas Mann y Goethe: el mito de Fausto, sin ir más lejos, que ambos revisaron y recrearon. También James Joyce recreó a su modo y modernizó el mito de Ulises. Picasso, con su Guernica, creó otro mito que dice más de la paz y la guerra que libros enteros de texto. Todo esto y mucho más lo recuerda y comenta Joseph Campbell con su clarísimo estilo y su viva lucidez.

Con este tomo IV, se completa la obra Las máscaras de Dios (cuya publicación original en inglés data de los años 1959 y 1968); los tres tomos anteriores publicados en Atalanta son: Mitología primitiva (vol. I), que indaga en los motivos mitológicos de las culturas prehistóricas a la Luz de los descubrimientos arqueológicos; Mitología oriental (vol. II), que se ocupa de las religiones y sus mitos en Egipto, La India, China y Japón; Mitología occidental (vol. III), que examina con detalle las mitologías que florecieron al oeste de Irán, desde las antiguas culturas de la zona ribereña de Mesopotamia y Egipto hasta aquellas más cercanas, como la helénica y la romana. Con el cierre de obra tenemos una  enciclopedia de mitología universal única, útil y revisada y modernizada; muy útil en un tiempo en que parece que nuestra sociedad pierde el sentido simbólico de las palabras y se obnubila, embaraza y encabezona en la literalidad de lo que se dice…


La luna, Cashford
Otro inmenso libro de editorial Atalanta es La luna, de la autora inglesa Jules Cashford —filósofa y gran especialista en mitos—: es un libro magnífico (en versión castellana del excelente traductor Francisco López Martín), que sirve para conocer prácticamente todo lo que de simbología y mitología se ha inspirado en nuestro satélite por antonomasia, tan cercano y misterioso: la luna.

Con el apoyo de magníficas ilustraciones (reproducidas con excelencia en este lujoso volumen), Cashford —que también se formó como analista jungiana—estudia la inmensa cantidad de símbolos, historias y relatos, poemas y demás obras artísticas y literarias inspiradas en la luna.

Desde el paleolítico hasta nuestros días los mitos y símbolos basados en la luna aparecen en este libro y Cashford los explica con extensa sabiduría y sobrada sensibilidad interpretativa y poética.

Un vistazo al índice da idea de lo axhaustivo de las investigaciones de esta mitóloga: «La luna y los ritmos de la vida», «La luna y el tiempo», «La luna y las aguas», «La luna y la gran red de la vida», «La luna y el sol», «la luna y la mente», «La cara de la luna», «La luna y la fertilidad», «La luna y las plantas», «La luna y el destino», «La luna llena», «La luna menguante», «La luna negra y la muerte», etc. Y esto sólo es un puñado de apartados, cada uno de ellos se divide en múltiples meandros que derivan a los mitos, símbolos e historias que pueden agruparse bajo las rúbricas mencionadas. Ésta es una obra única, imprescindible para los amantes de los mitos y en especial para los admiradores de la belleza y el seductor misterio de la luna.


Dante

Comedia, trad. José María Micó
Un acontecimiento literario (y un éxito de ventas inesperado) ha supuesto estos días la publicación de una nueva versión de la Comedia, o Divina comedia, del italiano Dante Alighieri (Florencia, 1265 - Rávena, 1321), por la barcelonesa editorial Acantilado. La extraordinaria traducción se debe al prestigioso filólogo José María Micó; y aquí constatamos que es una versión de lo más legible y sencilla, a la par que poética y exquisita.

Para muchos lectores esta nueva versión magistral supondrá el descubrimiento de esta obra magna de la literatura universal, tan imprescindible e inefable como la Odisea, el Quijote o el Fausto. Pero para cuantos la leyeron en tiempos (la traducción del extraordinario Ángel Crespo pasaba por ser la mejor de todas las castellanas [Divina comedia, Círculo de Lectores, 1981] hasta hace unos días), esta novedosa traducción constituirá un nuevo renacer, el redescubrimiento, una lectura novedosa de lo olvidado, el placer nuevo de releer lo antiguo como la novedad que es y que está llamada a permanecer. Que la obra magna de Dante es  lectura de máxima altura en una época en la que abunda tanta literatura insustancial.

Lo de literatura «insustancial» no puede aplicarse a las colecciones de cuentos que hemos elegido como lectura otoño-invernal. Abundan de repente en España las editoriales que recopilan cuentos y relatos de grandes escritores. He aquí tan sólo un botón de muestra —bien redondo y lustroso— de lo que acaba de salir.


jueves, 8 de noviembre de 2018

Lev Shestov en la editorial Hermida Editores

La editorial madrileña Hermida Editores se está tomando con empeño editar obras de pensamiento, entre ellas destacan los dos libros del filósofo ruso Lev Shestov que han aparecido hasta el momento. En "Ciudad de Azófar" comentamos en su día brevemente la aparición de  un hermoso libro de este pensador: Apoteosis de lo infundado. Hoy dejamos aquí la reseña de Luis Fernando Moreno Claros de la gran obra de Shestov Atenas y Jerusalén. Esta reseña la publicó el suplemento "Babelia", del diario "El País" el sábado 20 de octubre de 2018 en su edición impresa, luego pasó a la edición digital. Publicamos aquí la versión original de la reseña:

Ante los muros de piedra de la razón





Atenas y Jerusalén, Shestov
Un verdadero tour de force filosófico es lo que contiene esta obra magna del pensador ruso de origen judío Lev Isaákovich Shestov (1866-1938). Atenas y Jerusalén fue un libro original e importante en su época, 1937, cuando la denominada “filosofía de la existencia” comenzaba a imperar en Europa de la mano de autores tan dispares como Jaspers, HeideggerSartre. Ahora aparece por primera vez en castellano en una excelente traducción. Contiene el pensamiento maduro de Shestov, un filósofo paradójico de incalmable espíritu crítico: era sesudo e irracionalista a la par. Nunca tuvo filiación política clara —huyó de los bolcheviques por haber escrito un libro poco complaciente sobre ellos—, sin embargo, sus ideas y su espíritu son de talante  “revolucionario” y provocador, sin concesiones a lo trillado y establecido. Su voz resonaría en Camus, Deleuze o Ciorán.
            Shestov fue un esforzado campeón de la zozobra filosófica, un “filósofo de la sospecha” en el sentido de Kierkegaard y Nietzsche, a quienes idolatraba. Su agudeza intelectual y su minucioso conocimiento de la historia del pensamiento, junto a su osadía y honradez personales, lo llevaron a cuestionar el tradicional y omnipotente poder de la razón. De formación científica —estudió matemáticas en Moscú—, se relacionó en su juventud con intelectuales rusos como Berdiáyev y Rozanov, quienes lo condujeron a la filosofía. Pronto se planteó cuestiones existenciales que lo marcarían de por vida, por ejemplo: ¿Es posible la libertad en un mundo dominado por leyes universales necesarias? ¿Podemos superar la angustia que nos provoca una existencia en la que nos sentimos esclavizados? La lectura de Nietzsche en torno a 1900 le descubrió definitivamente la literatura filosófica. A él le dedicó sus primeros libros, que relacionaban las ideas intempestivas del filósofo alemán con Tolstoi y Dostoievski. La gran tragedia de estos tres autores, según Shestov, fue su clarividencia del dolor y el sufrimiento; creían, además, que si existe algún tipo de “salvación”, será sólo individual: el ser humano se enfrenta a solas con la vida, y de él depende aceptarla o revolverse contra sus normas y necesidades en busca de libertad. Más tarde, Shestov amplió su círculo de pensadores favoritos a Spinoza, el filósofo que más influyó en el racionalismo europeo antes de Kant, y el que más sedujo a Hegel: “Spinozismo o no hay filosofía”, dijo éste. El ruso entró en una agudísima y apasionada controversia con Spinoza y sus seguidores.

Apoteosis de los infundado
Un libro estupendo de Shestov, publicado en 1905, es Apoteosis de lo infundado (Hermida, 2015). Compuesto de prosas breves y pensamientos misceláneos, en él ya expresaba grosso modo la dicotomía y pugna entre necesidad y libertad en el pensamiento occidental, un problema que Shestov desarrollará de manera sistemática en Atenas y Jerusalén. En su opinión, los filósofos realmente grandes —Pascal y Dostoievski tanto como Spinoza y Sócrates— fueron conscientes de la confrontación causada por la conciliación entre libertad y necesidad, de ahí que nunca cesaran de preguntarse en qué consiste la libertad y si es posible el libre arbitrio en un mundo de leyes dictadas por la naturaleza. La filosofía griega, con Platón, Sócrates y Aristóteles a la cabeza, implantó en Occidente el imperio de la razón —el de la ciencia—. Junto a ella, el hombre mismo se erigió en “medida de todas las cosas”, sustituyó primero a los dioses y después al Dios creador y todopoderoso del Antiguo Testamento. De Sócrates a Kant y Hegel, la filosofía se sometió a “lo necesario” dentro de los límites marcados por la diosa razón, mientras que el Dios desplazado quedó como refugio de teólogos o de la ignorancia y la fantasía.


En los cuatro ensayos que componen Atenas y Jerusalén Shestov trata intensamente de estas cuestiones volviendo a Parménides, Sócrates, Platón, Spinoza, Kant y Kierkegaard, así como a Plotino y Lutero. Unos, los racionalistas, son los representantes de “Atenas” en el ámbito de la filosofía; otros, los creyentes en Dios, representan a “Jerusalén”. Quien camina por el lado de la ciudad de Cristo está más allá de los corsés de la necesidad —“la fe sola salva”, decía Lutero—; para él, si Dios existe, lo demás es innecesario, y “todo es posible”, hasta lo más “descabellado” (Kierkegaard). Sin embargo, Descartes y Kant eran racionalistas a ultranza. Solucionaron el problema del libre albedrío y la necesidad apostando por esta última. Según éstos, incluso el Creador del universo tuvo que someterse a las leyes de la razón una vez terminado el mundo, donde gobiernan las leyes naturales. La libertad existe, pero circunscrita a las lindes que marca la necesidad. Es imposible que dos y dos no sean cuatro o que no sea válido el principio de contradicción, explicaban los racionalistas. Spinoza sostenía que la felicidad consiste en comprender lo necesario y aceptarlo, pero frente a él, Dostoievski, en Memorias del Subsuelo, exclamaba: “¡Qué me importa a mí que dos y dos sean cuatro... no quiero reconciliarme con ese muro de piedra de la necesidad!”. 

Shestov presenta de forma brillante y esclarecedora estos planteamientos confrontados. También él sospechaba que más allá de los muros de piedra implantados por las ciencias y la ética racionalista, tal vez fuera posible la codiciada libertad plena; libertad sólo otorgada por una inquebrantable fe en Dios. Nunca se decidió entre Atenas y Jerusalén, a cambio escribió este gran libro de reflexión filosófica, estimulante para aquellas mentes que anhelen un pensamiento de altos vuelos en tiempos de indigencia y oscuridad intelectuales. L.F. M. C. 

sábado, 27 de octubre de 2018

¡Nuevos libros para este otoño!

Aquí un apunte sobre cinco libros estupendos para leer en lo que nos queda de otoño, frente a un hermoso paisaje, un poco antes todavía de que llegue el frío de verdad y el tiempo oscuro


Finales de octubre en la raya de Portugal

Fernando Pessoa: El poeta es un fingidor. Antología poética. Publicado por editorial Cátedra ahora en 2018. Un acierto absoluto la recuperación de este título mítico y de culto (al menos para muchos lectores que lo descubrimos en los años ochenta del pasado siglo), publicado por primera vez en 1982 por Espasa Calpe. Introducción de Ángel Crespo, edición bilingüe y traducciones espléndidas también suyas. La nueva edición impecable y bonita de Cátedra ha sido revisada y actualizada por Ignacio García Crespo, pero sigue siendo muy parecida a la original de Espasa, así que cuantos la leyeron y releyeron entonces encontrarán prácticamente los mismos poemas, salvo muy pocas excepciones.

Antología poética de Pessoa
Contine poemas del propio Fernando Pessoa y de sus heterónimos más conocidos: Alberto Cairo, Ricardo reis y Álvaro de Campos. El más apegado a los paisajes campestres lusos y a las sensaciones de los sentidos es Caeiro. De su magnífico libro O guardador de rebahnos [El guardador de rebaños] (1911-1912), resuenan en la mente del lector versos tan profundos como éstos: 

«…Creo en el mundo como en una margarita
porque lo veo. Pero no pienso en él
porque pensar es no comprender…
El mundo no se ha hecho para que pensemos en él
(Pensar es estar enfermo de los ojos),
sino para que lo miremos y estemos de acuerdo…

Yo no tengo filosofía: tengo sentidos…
Si hablo de la naturaleza, no es porque sepa lo que es, sino porque la amo, y la amo por eso, 
porque quien ama nunca sabe lo que ama
ni sabe por qué ama, ni lo que es amar…

Amar es la eterna inocencia,
y la única inocencia es no pensar…»

¡Magnífico Caeiro, adorablemente antifilosófico!  Apropiada lectura para rememorar en paseos solitarios por el campo. Y magnífico Pessoa, tan contradictorio y tan él siendo muchos; que bien que esta antología nos devuelve su esencia. ¡Y conserva todo el sabor de aquellas primeras lecturas de juventud!

Bolaño, cuentos completos
Roberto Bolaño: Otro magnífico libro que también invita a la nostalgia de aquellas lecturas sagradas de años pasados es la estupenda recopilación de los cuentos completos de Roberto Bolaño (1953-2003) que publica la editorial Alfaguara. Con su estilo inconfundible, su imaginación desbordada, su melancolía y su enorme cultura y voracidad literarias, las historias del chileno Bolaño atrapan a los lectores más exigentes. Aunque los cuentos recogido en el volumen son de lo más dispar y no todos tienen la misma altura, raro será que no no atrapen la mayor parte de ellos, que sin darnos cuenta nos veamos conducidos dócilmente al universo de este autor tan celebrado. Cada cuento es una experiencia nueva, una sorpresa, la mayoría confirman por qué Bolaño es considerado uno de los autores hispanoamericanos más valorados de la actualidad. Están aquí todos los cuentos reunidos en los libros titulados  Llamadas telefónicas, Putas asesinas y El gaucho insufrible, además del buen puñado de cuentos que quedaron inéditos: en suma, lo mejor para conocer a Bolano y adentrarse después en sus novelas más ambiciosas: Los detectives salvajes, Nocturno de Chile o 2666, entre otras.

Verano Tardío
Adalbert Stifter. Un libro «otoñal» por excelencia, y para leer precisamente cuando el otoño está ya avanzado y los colores de la estación refulgen en su plenitud, es la novela —rara y no por ello menos extraordinaria— del escritor austríaco Adalbert Stifter (1805-1868), y cuyo título original es Nachsommer (1857), traducido al castellano primero como «Veranillo de San Martín», en Alianza Editorial (edición hoy agotada y descabalgada), y más tarde como Verano tardío. Esta última traducción, más ajustada al título original germano, se la debemos a la gran traductora Carmen Gauger, y a la editorial Pre-Textos. Esta novela inclasificable y originalísima de este gran autor —cuya obra es variopinta y está poco divulgada en España— es de las más reposadas y tranquilas que existen: cuenta una historia en la que todo es armonioso y melancólico, como en esos días de otoño de últimos de octubre cuando la luz diurna es intensa y los colores de la naturaleza tienen algo de demasiado vivo, como si se negasen a morir en unos pocos días en los que las lluvias predicen ya las oscuridades de noviembre y el tétrico diciembre. Es una novela espléndida, luminosa y llena de quietud y paz. No ocurre nada importante, ni épico ni dramático, y, sin embargo, ocurre precisamente lo más importante: la vida, con sus recuerdos y nostalgias, con sus afanes de cada día y los sobresaltos callados de los amores puros y casi imposibles. Magnífica. Y soberbia traducción de la veterana traductora Carmen Gauger. Como apunte final para interesar a los lectores escépticos, un argumento ad verecundiam: el gran Friedrich Nietzsche, que no era precisamente mal lector, eligió Verano tardío entre sus libros favoritos, junto a Goethe y Lichtenberg (casi nada).

jueves, 18 de octubre de 2018

Especial Franz Kafka: reseñas de sus «Obras completas» en castellano


Las excelentes Obras Completas de Franz Kafka en castellano —que la editorial Galaxia Gutenberg y Círculo de Lectores comenzaron a publicar en 1999 y continuaron publicando en 2000 y en 2003— van a tener su continuidad muy pronto, concretamente en el próximo mes de noviembre de 2018: después de veinte años, está a punto de aparecer en los próximos días el primer tomo de la correspondencia completa de Kafka; este volumen será el cuarto en continuidad con los publicados anteriormente. Al anunciado tomo de cartas le seguirán otros, hasta terminar la edición de toda la correspondencia que se conserva del escritor praguense. Con ellos se cerrará esta magnífica edición que ya es difícil de encontrar en librerías en su formato original, y que quedará como una joya bibliográfica para coleccionistas (a no ser que Galaxia decida ahora la reimpresión de aquellos otros tres tomos de lujo). Contamos, es cierto, con otra edición más económica de la "obra completa" —con las mismas traducciones y comentarios de la edición original—, editada igualmente bajo el sello de Galaxia Gutenberg, pero el formato y la presentación dejan mucho que desear en comparación con aquélla. 

Estuche: "Obra completa" de Kafka






















A continuación, recuperamos para "Ciudad de Azófar" los textos que Luis Fernando Moreno Claros escribió para ABC Cultural en 1999, cuando apareció el primer tomo de las obras completas de Franz Kafka en Galaxia Gutenberg y Círculo de Lectores. Además, una reseña de la edición alemana de los relatos completos de Kafka en sus versiones originales —que más adelante publicó la madrileña editorial Valdemar— y la reseña del tercer tomo de las Obras completas (Galaxia-Círculo) aparecido en 2003. Esta última reseña la publicó "Babelia" [31 de enero de 2004]


[Los textos originales de las reseñas no han sido modificados, sí los enlaces a las diversas ediciones de los libros de Kafka]


Ante la ley del padre

Franz Kafka nació el año 1883 en Praga. Su padre, Hermann Kafka, era un acomodado comerciante de origen judío perteneciente a la pequeña comunidad de ciudadanos de habla alemana, idioma que constituyó también la lengua habitual del hijo. El muchacho, afable y enfermizo, sentía un temor exacerbado frente a su progenitor, de carácter áspero y despótico; la incomprensión y el desprecio del que hacía gala el padre amargarían a Kafka durante toda su vida. Desde pequeño, el joven se habituó a vivir sometido, en un universo en el que el único gobierno y la única ley eran los que imponía el padre, quien, como todo autócrata, jamás esgrimía razones para justificar sus mandatos y castigos, surgidos del poder de una ley incomprensible para el hijo. Ante ese poder, Franz se sentía «absolutamente impotente y carente de valor». Sin embargo, muy pronto constituirían, primero la lectura y luego la escritura, el modo de disipar un tanto las ataduras impuestas en el mundo de la familia y de paliar las humillaciones a las que Franz se veía sometido en el ámbito dominado por el padre; era su protesta silenciosa contra lo que de ningún otro modo podía aspirar a derrumbar. La madre de Kafka, Juli Löwy, tenía un carácter distinto al de su marido, pero su papel en la vida del hijo fue irrelevante frente al del padre, a quien ella amaba y respetaba y al que no osaba contradecir, ni siquiera en defensa de los hijos. Tres hermanas más pequeñas contribuyeron a aislar aún más a Franz en su universo particular. Kafka comenzó a escribir a los quince años, hacia 1897-98. En 1902, conoció a Max Brod, otro joven con aspiraciones literarias que acabaría por convertirse en su amigo más incondicional. Él lo introdujo e círculos intelectuales y lo animó a publicar en alguna de las revistas literarias que abundaban en Praga. Por esta época ya había leído a los clásicos alemanes: Goethe y Schiller, así como a Grillparzer, por quien sintió de inmediato una gran afinidad espiritual. Pronto entraría también en el mundo de Kleist, de Flaubert y de Dostoyevski, verdaderos modelos intelectuales para Kafka. Con su descubrimiento, el universo del joven escritor adquirió una esfera de íntima libertad y su capacidad de interpretar la realidad adoptó dimensiones hasta entonces desconocidas para él. 

La mejor biografía de Kafka
         En 1906, Kafka se doctoró en derecho. Negándose a ejercer la abogacía, terminó por ingresar como consultor en el departamento jurídico de una gran compañía de seguros laborales, donde permaneció hasta su jubilación anticipada, en el año 1922. Aunque ejerció su trabajo con honestidad y eficacia, jamás lo consideró esencial para el desarrollo de su personalidad, ni tampoco para su enriquecimiento interior; Kafka aseguraba, como Flaubert, que su ser no era otra cosa que literatura y que todo lo demás carecía de importancia. Sus primeras publicaciones vieron la luz en la revista Hyperion, en 1908; se trataba de tímidas composiciones de carácter lírico-onírico, que ya presagiaban la sensibilidad especial que caracterizaría su obra posterior, surgida de un extremado ensimismamiento. 

Una velada del año 1912, hallándose de visita en casa de Max Brod y portando consigo las pruebas de imprenta de su primer libro –Contemplación–,Franz Kafka conoció a Felice Bauer. La joven berlinesa, judía también y de paso por unas horas en Praga, no le causó al principio una impresión especial. Junto con Brod, la acompañó esa tarde hasta su hotel y, a consecuencia de que ella había mostrado interés por la realización de un posible viaje a Palestina, Kafka acordó escribirle; así lo hizo. A través de la relación exclusivamente epistolar, surgió entre ambos una atracción amorosa, forzada indudablemente por el ansia de cariño de Kafka. Éste otorgó una personalidad irreal a Felice, la cual, ciertamente, era muy distinta de él; se trataba de una persona práctica, jovial, activa y enérgica. Durante el primer año de correspondencia, Kafka se sintió embriagado por la sensación de sentirse –o de creerse– enamorado; dicha sensación parecía fortalecerlo y alentar su trabajo literario, que nunca hasta entonces fue tan productivo. Felice le proporcionaba, a semejanza de las vidas de los autores que admiraba, otra esfera de escape del mundo dominado por el padre. El periodo comprendido entre los años 1912 y 1917 destaca por la fértil producción literaria de Kafka. Infinidad de cartas, copiosos cuadernos de diarios, decenas de esbozos, etcétera; la creatividad literaria se hallaba entonces en su apogeo y no declinaría ya nunca. De los dos primeros años del noviazgo datan narraciones tan excelentes como «La condena», «El fogonero» y «La transformación».
Kafka pide la mano de Felice en 1913, pero cuando ella aceptó, el idilio comienza a mostrarle al escritor su verdadera faz. A partir del compromiso matrimonial con Felice, se inicia un periodo de mortal angustia para Kafka; súbitamente, se vio enfrentado con un nuevo poder al que consideraba imposible combatir, dada su extrema debilidad y su falta de confianza, herederas directas de la sumisión al padre. «Ridículamente enjaezado para el mundo», como él mismo escribió, advertía en su futuro matrimonio la amenaza de otras nuevas condenas, de nuevas imposiciones y humillaciones. En su célebre «Carta al padre», de 1919, Kafka escribiría una confesión sorprendente: «Casarse, fundar una familia, aceptar los hijos que vengan, conservarlos en este mundo tan inseguro y hasta guiarlos un poco es lo máximo que, según mi convicción, puede conseguir un hombre». Sin embargo, Kafka no se sentía capaz de lograr algo que –al menos en apariencia– parecía ser tan común y tan sencillo. Ante la ley del matrimonio tendría que dejar la literatura y elegir «la vida», mas él no se sentía dotado sino para la primera. En realidad, veía el matrimonio como un patíbulo; los muebles oscuros, sólidos y burgueses que pensaba comprar su novia a fin de instalar un hogar «digno de un doctor en derecho» le daban la impresión de ser otros tantos ataudes. Felice irrumpiría de pronto en su esfera íntima de libertad, imponiendo otras leyes: «ella pondría mi reloj en la hora exacta», escribe Kafka en su diario; mientras que él solía retrasarlo o adelantarlo arbitrariamente, pues su tiempo interior no tenía porqué concordar con el tiempo exterior de sus congéneres. Sus temores convirtieron las cartas a Felice en un lamento, en un auténtico trabajo de zapa contra sí mismo: «Libérate de mí y vive», éste era su mensaje y su grito de auxilio. Tal actitud acabó por provocar una ruptura del compromiso matrimonial. Algunos meses más tarde, una nueva promesa y, finalmente, en 1917, otra ruptura definitiva del compromiso por parte de Kafka, dejaron en él una secuela irreparable: ese mismo año se le diagnosticó una infección pulmonar. La enfermedad recién descubierta fue el hierro candente al que se aferró para liberarse de Felice y del fantasma del matrimonio. La enfermedad, que aún no era demasiado grave, lo indujo a  alejarse de Praga y a retirarse al campo, a casa de Ottla, una de sus hermanas. En 1920, Kafka se compromete con July Whoryzek, en un nuevo intento de casarse, pero fracasa de nuevo; acaba por deshacer el compromiso. De esta época datan los magníficos relatos «En la colonia penitenciaria» y «Un médico rural», además de su novela inconclusa El castillo.

miércoles, 17 de octubre de 2018

Dos relatos emblemáticos de Kafka, en "Acantilado"

La editorial barcelonesa Acantilado publica este otoño de 2018 un pequeño volumen con dos relatos emblemáticos de Franz Kafka: "La condena" y "El fogonero" en nueva traducción al castellano de Luis Fernando Moreno Claros. El libro se complementa con un "Epílogo", firmado asimismo por el traductor, en el que se aportan algunos datos relevantes sobre los relatos. 

Kafka: "La condena" y "El fogonero"

Contamos actualmente con varias versiones de estos mismos relatos en español, tanto en editoriales nacionales como iberoamericanas. Kafka es un autor que siempre tuvo mucha vigencia en los países donde se habla español; también hay versiones en otras lenguas peninsulares; sin embargo, nunca está de más contar con nuevas traducciones de obras tan conocidas y emblemáticas: cada traductor añade siempre algún nuevo matiz a la obra traducida. Dentro de las traducciones de Kafka, precisamente por ser tan abundantes, hallamos verdaderas chapuzas, mientras que otras, como esta de Moreno Claros, aspiran cuando menos a ser lo más fieles posibles al original alemán, y parecen estar hechas con esmero. El asunto de la absoluta fidelidad al original es un asunto espinoso, ¿hasta dónde es posible tal "fidelidad al original"? ¿recreación del original en castellano? Hay ejemplos de todo, y el tema da para interminables discusiones entre traductores. Lo único que puedo decir en mi opinión es que tanto el relato "La condena" como "El fogonero" en esta nueva versión se leen muy bien y presumo que el estilo de Kafka, escueto, cortante aveces, notarial y casi jurídico otras, no queda difuminado sino muy resaltado. El estilo de Kafka era muy original y "suyo", fue rompedor en su época por lo raro, y también a quien lo leía entonces les sonaba distinto a todo cuanto podía leerse. esa impresión debería dar también en castellano, pues Kafka fue un escritor nada convencional, incluso de estilo a menudo desgarbado. hay traducciones que han querido hermosear el estilo de Kafka, allanarlo en lo posible para que sea mejor en castellano… creo que no es el caso en estas traducciones nuevas de Luis Fernando Moreno Claros. 

"La condena" es uno de los relatos más conocidos de Kafka, y era su favorito, según afirmó en reiteradas ocasiones él mismo. Lo escribió de un tirón en una sola noche. No es muy largo, y en verdad, el relato parece ser la pesadilla en vela que Kafka podría haber tenido esa misma noche que lo escribió de haberse quedado dormido. Al parecer, a él le gustaba tanto porque describía de manera alegórico-literaria el conflicto íntimo que siempre tuvo con su padre: el opulento comerciante Hermann Kafka. El hijo quería escribir, odiaba su vida de funcionario y no sentía ninguna afición por los negocios. El padre esperaba más de su hijo Franz; tenía en nada sus veleidades de escritor y hubiera deseado que se hiciera cargo de los negocios familiares o que al menos mostrara interés por ellos. El hijo era de constitución débil e intelectual; el padre era robusto y uno de esos hombres a los que lo intelectual les cae muy lejano. Además, Franz era el primogénito de tres hermanas. El conflicto entre progenitor e hijo mayor estuvo garantizado casi desde la infancia de Kafka. Así lo relató años más tarde él mismo en su célebre "Carta al padre". 

jueves, 6 de septiembre de 2018

Arthur Schopenhauer: pesimismo y felicidad, cinco libros


El suplemento cultural "Babelia", del diario "El País", publicó el sábado 3 de agosto la reseña "Para olvidarse de la felicidad", de Luis Fernando Moreno Claros, sobre libros de Schopenhauer. He aquí el el texto del artículo enriquecido con enlaces.

Para olvidarse de la felicidad

Michel Houellebecq
Prefacio de Agathe Novak-Lechevalier
Traducción de Joan Riambau
Anagrama, Barcelona, 2018, 92 páginas, 7, 90 euros.

Arthur Schopenhauer
Traducción de Isabel Hernández González
Ilustraciones de Elena Ferrándiz
Nórdica Libros, Madrid, 2018, 112 páginas, 19,50 euros (Kindle, 8,54 euros).

Arthur Schopenhauer
Selección y traducción de Carlos Javier González Serrano
Alianza Editorial, Madrid, 2018, 176 páginas, 9,50 euros (ebook, 5,99 euros).

Roberto R. Aramayo
Alianza Editorial, Madrid, 2018, 272 páginas, 9,50 euros (ebook, 5,99).

Georg Simmel
Prólogo de Fernando Savater
Sequitur, Madrid, 2017, 78 páginas, 8 euros.

Arthur Schopenhauer, el padre del pesimismo metafísico, es uno de los filósofos más populares en España e Hispanoamérica; nuevos librosrecientesvienen a vivificar su presencia en las librerías.

Es curioso el breve ensayo —aunque sustancial— del singular escritor francés Michel Houellebecq (1958). Éste, al igual que les sucediera a Nietzsche, Thomas Mann o al austríaco Thomas Bernhard, quedó fascinado por el encuentro con las obras de Schopenhauer, allá por los años ochenta del siglo XX. El autor de novelas tan nihilistas como Las partículas elementales, El mapa y el territorio Sumisión vio en el pensador alemán un alma afín, desasosegada por la búsqueda de la verdad y desengañada del ser humano: «Ningún novelista, ningún moralista ni ningún poeta me habrá influido tanto como Schopenhauer», afirmó. Por eso intentó traducir al francés algunos textos suyos, y de ahí nació este ensayo. Al final, sólo seleccionó un puñado de pasajes favoritos y los comentó. 

Aforismos sobre el arte de saber vivir

Houellebecq da en el clavo con sus claras interpretaciones, que sirven tanto para los conocedores como para los neófitos; es posible que después de leer estas páginas haya quien corra a buscar El mundo como voluntad y representación, la obra capital de Schopenhauer (que cumple 200 años en noviembre de 2018); o Parerga y paralipómena, que contiene los célebres Aforismos sobre el arte de saber vivir, muy admirados por Houellebecq, y por lo general editados como libro independiente.
Schopenhauer afirmó que la existencia es sufrimiento, y también que la contemplación estética de las cosas y los hechos del mundo nos proporciona un estado de beatitud que aleja los males inherentes al tremendo hecho de vivir. El arte es liberador, gracias a la paz que nos proporciona la belleza artística olvidamos los pesares; o los transforma de tal manera que nos recompensa con placer y deseos de acciones buenas y sensatas. Para Houellebecq esta prometedora visión estética es “tan simple como profundamente original”. Comenta también el concepto de “voluntad”, que debe entenderse “alejado del psicologismo”. La voluntad, según Schopenhauer, es el sustrato íntimo intangible que da cohesión a la totalidad de las cosas y los seres del mundo. Desde la ley de la gravedad hasta el eterno devorarse sin sentido de unas especies a otras en el que consiste la vida animal, “todo es voluntad”. Y tanto las grandes tragedias colectivas como las adversidades individuales tienen que ver con este oscuro concepto, definido como deseo infinito anhelante de satisfacción; Freud se inspiró en esa fuente para sus concepciones del “ello” y el inconsciente. 

jueves, 21 de junio de 2018

Monumental biografía de Beethoven

La revista cultural miscelánea de literatura y pensamiento Letras libres publicó en el mes de mayo mi reseña de la monumental biografía de Ludwig van Beethoven, de Jan Swafford, publicada por la editorial barcelonesa Acantilado. Además del enlace a la reseña en Letras Libres, pongo a continuación el texto original que mandé a la revista:


Nueva vida de Beethoven

Beethoven
Traducción de Juan Lucas
Acantilado, Barcelona, 2017, 1.456 páginas.

Beethoven
Parecía difícil leer en castellano una biografía de Beethoven que superase la de Jean y Brigitte Massin (Turner, 2003), especialistas que reunieron con metódico rigor los documentos más relevantes del compositor de Bonn. Esta obrade Jan Swafford (Chattanooga, Tennessee, 1946), posterior a la citada, tiene una intención más narrativa y psicológica, y trata de comprender mejor al hombre que fue Beethoven. Además, da cuenta a grandes rasgos de las ideas que dominaron la época en la que vivió y con las que él armó su ideario. Beethoven fue un ilustrado antes que el romántico que quisieron ver  en él críticos musicales como E.T.A. Hoffmann. Tampoco se olvida Swafford de caracterizar a los personajes más importantes que rodearon a Beethoven, de quienes traza vivas semblanzas. Asimismo, repasa de manera somera los acontecimientos históricos. Y, como no podía ser de otro modo en la biografía de un músico, comenta con profusión las singulares obras de Beethoven. Como profesor de musicología en el conservatorio de Boston y compositor, Swafford consagra páginas esclarecedoras a revelar la magia de las composiciones más señeras de Beethoven, aunque sin cargar al lector, puesto que sus explicaciones son amenas y comprensibles hasta para los no versados en música.
         Así que en esta biografía —cuyo subtítulo es “Tormento y triunfo”—, muy bien traducida por el crítico musical Juan Lucas, el autor norteamericano presenta a un Beethoven muy personal sin por ello inventarse nada, pues sólo se basa en testimonios fidedignos.
Los rasgos de carácter del biografiado están claros desde el comienzo de la narración; enseguida sabremos que ya desde niño Ludwig van Beethoven (1770-1827) fue tosco y huraño, violento en sus sentimientos y en sus ademanes, aspectos que se agudizaron con el paso de los años. Fue un hombre de baja estatura, moreno —casi meridional—, de semblante más bien adusto; serio y poco dado a la jarana, al contrario que su padre, Johann, que era afable y amigo de juergas y terminó sus días destrozado por la bebida; en esto sí lo secundó el hijo, quien también fue un gran bebedor. 
Gracias a la tozudez de este padre parrandero Beethoven se convirtió en un virtuoso musical. Johann, celoso del talento y las ganancias de Mozart, paseado por su progenitor Leopold por todas las cortes europeas cuando niño para que deslumbrase con su virtuosismo y ganase dinero, quiso también que el pequeño Ludwig fuera un superdotado que le llenase los bolsillos de oro. Con este fin el padre sometía a su vástago a duras jornadas de ejercicios al teclado; así, entre broncas y alguna paliza, afloró el talento innato que en verdad poseía el hijo. Sólo “mi infinito amor a la música —dirá años más tarde Beethoven—, me permitió superar esta dura infancia y sacar más tarde todo el jugo a los conocimientos tan duramente adquiridos”.

lunes, 30 de abril de 2018

Novedades, libros y más libros (III)

Seguimos presentando los libros más recientes que nos han interesado estos días en "Ciudad de Azófar".

Naturaleza, Historia, Estado
Volvemos a Martin Heidegger, un filósofo que siempre nos interesa en este blog. La editorial Trotta ha publicado recientemente los apuntes de un seminario que «el filósofo del ser» impartió en los años 1933 y 1934; son apuntes que tomaron los alumnos de Heidegger, y que habían permanecido inéditos en Alemania hasta hace poco tiempo. Las lecciones llevan como título general: Naturaleza, Historia, Estado. La edición y la traducción castellana son del filósofo y gran especialista en Heidegger Jesús Adrián Escudero, quien firma un prólogo muy esclarecedor que sitúa estos apuntes en su contexto a la par que esboza las líneas maestras de su contenido. Heidegger, imbuido de nacionalismo germano en el año 1933, disertaba para sus alumnos sobre cuestiones que hoy parecen tan espinosas y sospechosas como las siguientes: «¿Qué papel desempeña el líder en la constitución del Estado y en la vertebración de la voluntad del pueblo? ¿Qué función desempeña la universidad alemana en la educación política de los ciudadanos? ¿Cuál es es destino de Alemania tras la crisis de la República de Weimar? ¿Hasta dónde se extiende su territorio? ¿Quién pertenece al espacio alemán? ¿En qué consiste el espíritu germánico?» Estas son algunas de las preguntas que determinan el contenido del seminario, muy ilustrativo para saber qué pensaba el propio Heidegger en estos temas eminentemente políticos.

Los apuntes son muy comprensibles (la traducción es excelente), el redactor describe las cuestiones que se trataron en las sesiones del seminario (diez en total) y los lectores de hoy pueden imaginarse con facilidad el clima que reinaba en el aula, dominada por las intervenciones de Heidegger, quien también permitía explayarse a los asistentes, lo cual era y sigue siendo algo muy característico de los seminarios universitarios alemanes.
El núcleo de la filosofía política que traza Heidegger es absolutamente nacionalista, va en la línea de los teóricos nazis y en la del más puro nacionalismo alemán. Es la ideología política que Heidegger defendió ya desde antes del ascenso de Hitler al poder y que continuó defendiendo hasta el final de la II Guerra Mundial y más allá.
1930-1949
Dichas ideas se ven bien en las anotaciones privadas de Heidegger de sus Cuadernos negros, al igual que también en la correspondencia entre  Heidegger y su hermano Fritz.

Dicha correspondencia de los años 1930 a 1949 la publica ahora en español la editorial Herder, en traducción del filósofo Raúl Gabás. Las cartas de Heidegger a Fritz son las más, mientras que de las misivas de este último al filósofo se recoge un número mínimo.

No descubren mucho más de lo que ya sabíamos sobre las ideas políticas de Heidegger, es decir, que fue un apasionado nacionalista alemán y seguidor de Adolf Hitler, un líder en el que Heidegger creyó desde antes de su ascenso al poder. Son cartas de corte familiar, poco extensas; además, muchas de estas cartas son fragmentarias pues los editores han omitido algunos párrafos; aún así, la imagen que presentan de Heidegger (la del hermano Fritz queda más diluida) es nítida: un hombre absolutamente obsesionado por su obra; impenetrable en su pensar, orgulloso de su jerga típica, creyente apasionado de sí mismo, y al que le gusta mostrar voluntad pero también ánimo sombrío en tiempos de guerra. Esto en cuanto a la persona. En cuanto a sus ideas políticas, lo dicho: nacionalista alemán de fe nacionalsocialista, tal vez algo matizada. El gran filósofo que fue no se colige del contenido de estas cartas.


Extravíos, Cioran
Se publica un texto del pensador Emil Cioran que hasta ahora estaba inédito en España: Extravíos —en traducción del experto en este autor Christian Santacroce—, en la editorial Hermida Editores (Madrid). El lector que se acerca al pensamiento de Cioran encuentra siempre más de lo mismo: el desgarro del pensamiento, el desgarro vital de un pensador ultrapesimista y la templada lucidez de quien parece haber perdido el ápice de ilusión necesaria para aguantar la existencia; aunque en Cioran ese ápice de ilusión se lo proporciona la plasmación escrita de su desesperación existencialista. Cioran apasiona a cuantos están descontentos con la vida, pero también, a quienes han perdido a Dios o lo buscan sin encontrarlo.
Basta abrir este bonito tomo de Extravíos por cualquier parte para encontrar párrafos de grueso calibre, y un tanto peligrosos para ingenuos e idealistas. Un ejemplo mínimo, sin ir más lejos:

«Pudiera ser que el deseo recóndito de cada hombre fuera la supresión de todo hombre. El destino oculto de cada quien es odiar a sus semejantes. Será acaso el misterio último del individuo una virtualidad homicida?».

O también: «En cada criatura yace la bondad y la maldad en igual medida. Un alma pura no podría sobrevivir ni siquiera un día; la posibilidad de la existencia radica en nuestra impureza»

Los años de la locura
Ecos de Nietzsche y Schopenhauer a la par, y el mismo estilo vigoroso y tajante incluso para expresar las dudas más solícitas, las inquisiciones más persistentes, las ilusiones perdidas y los desvaríos más monstruosos sobre el ser humano.

A la par que el nuevo tomo de Cioran, Hermida editores publica también las cartas que Franziska Nietzsche, la madre de Friedrich Nietzsche, cruzó con Franz Overbeck —uno de los más fieles amigos del filósofo— durante los denominados años del «hundimiento» o la denominada «década de la locura», desde 1898, año en que Nietzsche enfermó mentalmente, hasta 1900, cuando fallece. —El tomo de cartas lleva por título: Los años de la locura

El gran Stefan Zweig afirmó en su célebre semblanza de Nietzsche (incluida en La lucha contra el demonio) que estas cartas «constituyen uno de los documentos más conmovedores de la historia del espíritu». Y así es, dan testimonio del estado físico y mental en el que terminó el lúcido y apasionado autor de Así habló Zaratustra y, al mismo tiempo, demuestran la abnegación y el cariño que Franziska Nietzsche sentía por su hijo. El gran filósofo, convertido en un demente pacífico, era entonces, recluido en casa de Franziska en Naumburg, sólo un pálido reflejo de lo que había sido aquel alma de fuego de la filosofía; tal vez por eso, son más conmovedoras estas misivas que narran el día a día de aquel genio en las últimas, convertido en un ser demasiado humano, devorado por la enfermedad.

De senectute politica
Un ensayo interesantísimo, muy bien escrito y con un punto de idealismo moderado, necesario y hasta creíble (e incluso posible) es el firmado por Pedro Olalla: De senectute políticaCarta sin respuesta a Cicerón. Lo publica la editorial barcelonesa Acantilado. Es una obra breve pero muy sustanciosa, con reflexiones dignas del mismísimo Cicerón y de otros tantos estadistas de la Antigüedad Clásica; aunque las ideas son del propio Pedro Olalla que demuestra pensar con altura de miras y como no lo hace tal vez ningún político actual en España (no sé si en Grecia, nación que Olalla conoce muy bien, pero desde luego no en España). Vuelvo a decirlo: magnífica prosa, en el más puro estilo clásico-elegante, elevado y que invita a la elevación del pensamiento: es un placer leer semejante prosa, tan escasa en el ensayismo español contemporáneo (también el filósofo Javier Gomá es un claro ejemplo de ensayista de prosa elevada y elegantísima).
Algunas ideas sobre los tópoi clásicos de la fortuna, la vejez, la muerte, la valentía, la jovialidad… pero también pensamientos sobre la naturaleza de la democracia, su función y la que deben ejercer los ciudadanos, así como reflexiones muy acertadas sobre los peligros que acechan a la democracia en una época en la que los políticos son sólo hombres y mujeres de partido y olvidan a quién representan de verdad; en una época de corrupción y cinismo; en una época, en suma, que exige poco o nulo alcance intelectual a sus gobernantes. En el discurso hallamos interesantes propuestas de Pedro Olalla para mejorar la calidad de nuestra democracia; llamadas de atención a la honestidad y la idoneidad políticas, a la participación y la responsabilidad de  los ciudadanos; son páginas esclarecedoras y muy brillantes en las que que hay propuestas y buenas intenciones, como esa de acordar una renta básica para todos los ciudadanos sólo por el mero hecho de existir. Pedro Olalla reflexiona sobre lo que debería ser, acerca de aquello que es justo pensar y cabe desear, pero ¿qué político leerá esté libro? Y en caso de hacerlo ¿tendrá la suficiente altura intelectual y humana para entenderlo? ¿La valentía suficiente como para querer llevar a cabo lo mejor?
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domingo, 22 de abril de 2018

Especial Stefan Zweig: algunas reseñas recuperadas

Recuperamos una serie de reseñas de libros de Stefan Zweig firmadas por Luis Fernando Moreno Claros, aparecidas hace ya unos años en el suplemento cultural ABC Cultural (diario ABC) y en el suplemento cultural Babelia (diario El País). La afición y el entusiasmo en España por la obra de Stefan Zweig no decrece, sino que incluso aumenta cuanto más lectores la conocen; por eso no resultará baladí recordar aquí algunas de las reseñas que sin duda ayudaron a animar tal entusiasmo.


ABC Cultural publicó el siguiente artículo y la reseña que lo acompaña ( La piedad peligrosa) el sábado 5 de junio de 1999, con él dio comienzo la recuperación de la obra de Stefan Zweig en España.


Stefan Zweig: escritor de éxito,
ciudadano del mundo y pacifista


Stefan Zweig en 1900



En las décadas de los años veinte y treinta del presente siglo, Stefan Zweig (1881-1942) era el escritor más célebre de Europa. Conocido prácticamente en cualquier punto del globo, las tiradas de sus libros se multiplicaban sin cesar mientras se traducían a más de cincuenta lenguas. Thomas Mann afirmó en 1954 que, desde los tiempos de Erasmo, ningún otro autor europeo había llegado a ser tan leído ni tan popular como este austriaco de origen judío. Hijo de un acaudalado hombre de negocios establecido en Viena, Zweig pudo dedicarse desde muy joven a la literatura con el consentimiento y el amparo de su padre. Publicó artículos, poemas y reseñas en los mejores periódicos de la activa capital de los Habsburgo; simultáneamente se doctoró en filosofía y literatura y viajó sin cesar por toda Europa trabando amistad con las personalidades más relevantes del mundo cultural del viejo continente (Verhaeren, Rolland, Rilke; luego, Freud, Hesse, Mann, Gorki). Desde muy joven, profesó el europeísmo y el cosmopolitismo; consideraba que ningún ser humano merecía ser despreciado a causa de su origen, religión u otras particularidades suyas o de su nación. 

Como judío, sostuvo que la diáspora había fomentado la integración de los de su raza en el mundo; miraba con recelo el sionismo, que pretendía crear una nación judía, aglutinar a sus miembros y, diferenciándolos, predisponerlos al enfrentamiento con otras naciones. Zweig era pacifista, creyó en el ideal de Tólstoi y en la posibilidad de una paz duradera para Europa si triunfaba en ella la cultura y se superaban los odios nacionales. Pensaba en la creación de una «república espiritual» de las artes, las ciencias y las letras, que indudablemente vencería a la otra de los estadistas absurdos y la sinrazón. Sin embargo, durante los sesenta años que duró su vida, Zweig tuvo ocasión de asistir al paulatino desmoronamiento de sus ideales. 

La Gran Guerra de 1914 aniquiló las antiguas monarquías y destruyó definitivamente un mundo que ya no habría de regresar jamás. Pese a ello, Stefan Zweig se esforzó por alentar a sus congéneres en la necesidad de una fe aún más intensa en la potencia creadora de los seres humanos, pues sólo esta fuerza podría oponerse al poder ciego y destructivo que había conducido al embrutecimiento del espíritu. A semejanza de Goethe, Zweig cifraba su apasionado amor por la existencia en esa curiosidad y esa admiración incesantes suscitadas por el milagro humano de engendrar y concebir. Tras la catástrofe bélica, la imagen del hombre creador lo obsesionaba, pues sólo en él veía la potencia capaz de hacer avanzar a la Humanidad hacia nuevos horizontes. Aunque el espíritu de la cultura hubiera sido derrotado un vez más por las fuerzas del mal, el ejemplo de los artífices de tal espíritu seguía aún vivo tras la derrota. De ahí su interés por la gran literatura y los grandes creadores de todas las épocas, entre los que contaba a Balzac, Dostoyevski, Nietzsche, Hölderlin o Dickens. Entre 1925 y 1940, Zweig dio al mundo lo mejor de su producción literaria: apasionadas biografías de personajes históricos como Fouché, María Antonieta o Erasmo de Rotterdam, ensayos como los célebres sobre Mary Baker, Freud o Montaigne y un número considerable de relatos apasionantes en la más pura tradición novelística de los grandes narradores del siglo XIX y la corriente literaria austriaca encabezada por Schnitzler. Su estilo sobrio y ágil, la fuerza psicológica de sus argumentos y la incisión con la que trata a sus personajes, le depararon un éxito desconocido hasta entonces por otros escritores de su generación. 

Cuando los nazis accedieron al poder y en las ciudades universitarias alemanas comenzaron a arder piras de libros proscritos por el régimen, también se inmolaron las obras de Stefan Zweig; sólo en contadas bibliotecas, ocultos en el denominado «armario de los envenenados», se consignaron algunos ejemplares para uso «científico», esto es, a fin de que los necios eruditos a sueldo de aquel Estado fantoche los denostaran y escribieran mamotretos plagados de injurias acerca de la insania de un autor «no alemán», «ajeno al nuevo espíritu germánico». En 1934, la hermosa villa que Zweig poseía en Salzburgo, que constituía un centro de atracción de las más grandes personalidades de la época (Joyce, Wells, Werfel, Valéry, Richard Strauss, Alban Berg, Bruno Walter o Toscanini son sólo un ejemplo de quienes la visitaron), fue prácticamente asaltada y registrada salvajemente por la policía secreta que acusaba al pacifista Zweig de tráfico de armas para instigar un levantamiento socialista.