jueves, 16 de marzo de 2017

Heidegger y los judíos.

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La reciente publicación en España del segundo tomo de los cuadernos negros, de Heidegger, así como otros libros que los analizan y retoman el asunto de la implicación del gran filósofo con el nazismo, así como su supuesta aversión a los judíos dio pie a un artículo en "Babelia" del administrador de este blog. Lo reproduzco a continuación con el título original con el que fue publicado en la edición de "Babelia" en papel. En la edición digital de "El País" lo publicaron con un título diferente: "Heidegger era nazi, ¿lo es su filosofía?"


Heidegger, herido de muerte









El mundo académico de la filosofía tardó tiempo en asimilar que uno de los grandes filósofos del siglo XX, el alemán Martín Heidegger (1889-1976) —autor del rompedor Ser y tiempo—, simpatizó con el nazismoy aclamó a Hitler. Sólo fue un “error pasajero”, dijeron al principio, ya que el propio filósofo así lo dejó dicho en su célebre entrevista para Der Spiegel. Sus admiradores se tragaron el hueso: peccata minuta si fue nazi circunstancial y a medias; además, él mismo escribió: “Hay grandeza en el errar” y “El extravío es el regalo oculto de la verdad”. 
Martin Heidegger en 1933

Otro delicado asunto ha salido a la luz con la publicación en Alemania desde 2013 de las sucesivas entregas de los copiosos Cuadernos negros: Heidegger, además de nazi, también fue antisemita. Así parecen mostrarlo algunas anotaciones (pocas, pero relevantes) que salpican aquí y allá los pensamientos misceláneos de estos Cuadernos, y así lo ven estudiosos como Peter Trawny, Donatella di Cesare y Nicolás González Varela en sus interpretaciones. Es menester añadir que, en efecto, a Heidegger hay que “interpretarlo” sin descanso, pues la claridad de estilo no se contó entre sus cortesías (si es que tuvo alguna); escribía en una jerga particular, críptica y oscura hasta para los iniciados.
Trotta comenzó en 2015 la publicación de Los cuadernos negros en castellano, ahora ve la luz el segundo volumen de los cinco proyectados, con notas de 1938 y 1939. En Alemania van ya por la cuarta entrega. Con la aparición allí del tercer volumen (Schwarze Hefte,1939-1941) comenzó el escándalo, pues incluye entradas filosóficas con referencias explícitas y poco laudatorias a “los judíos” y “el judaísmo”. Trawny fue el primero en airear estos pasajes y extrajo la conclusión de que Heidegger desarrolló un antisemitismo teórico y filosófico (“ontohistórico”) al comienzo de la II Guerra Mundial, que más adelante ocultó (¿por vergüenza?). Su antijudaísmo habría sido sólo de carácter metafísico, ni racial, ni biológico, y “secreto”, no interfirió en su filosofía esencial. Di Cesare y Varela van más allá: a la luz de las nuevas evidencias, sostienen que toda su filosofía admite una lectura antisemita.
Hasta hace poco tiempo era impensable un Heidegger antijudío; es más, sus numerosos alumnos y discípulos judíos lo liberaron de dicha culpa. ¿Cómo hubiera vuelto a tratarloHannah Arendt —ex amante judía del filósofo— después de la guerra, sin estarconvencida de que él nunca los odió? —se pregunta Trawny—. Tampoco Hans Jonas ni Paul Celan lo tacharon de antisemita; sin embargo, sólo ahora se ve que Heidegger profesó un antisemitismo que, aunque revestido de metafísica todo lo que se quiera, en el fondo nada se diferenciaba del que admitían gran parte de los alemanes que siguieron a Hitler en busca de una “gran Alemania” no sometida al “yugo” de otras potencias, insuflado por los tópicos antisemitas difundidos por la propaganda nazi.