martes, 27 de septiembre de 2011

Camino a campo abierto, de Arthur Schnitzler.


Esta breve reseña quedó sin publicar en "Babelia". El libro es estupendo.

Camino a campo abierto
Arthur Schnitzler
Traducción y notas de Paula Sánchez de Muniain
Prólogo de Salvador Gutiérrez Solís
El olivo azul, Sevilla, 2007
399 páginas,  22 euros.

Poco tiene que ver esta estupenda novela larga del escritor austriaco de origen judío Arthur Schnitzler (1862-1931) con otra de sus escasas obras de mayor extensión, la decepcionante Teresa, de factura muy posterior y traducida al castellano con tan poco acierto en 2003. Esta ambiciosa Der Weg ins Freie (1908) rompe con el tópico de que Schnitzler era incapaz de escribir obras largas y nos reconcilia con el autor de títulos tan señeros como “La señorita Julia”, “Relato soñado” o “El teniente Gustl” entre otras tantas obras maestras de la novela corta.
La fulgurante y engañosa Viena fin de siècle constituye el marco de la historia del barón Georg von Wergenthin, joven compositor diletante que trabaja con desidia aunque sueña con un gran futuro de éxitos musicales, y de su amante Anna Rosner, bella y culta hija de la alta burguesía que tendrá que adaptarse a la falta de compromiso ético del barón, quien, ni siquiera ante el anuncio de su próxima paternidad, será capaz de tomar la determinación de convertirla en su esposa y, así, encadenarse a ella como a la mujer ya única y definitiva de su vida. Típico personaje masculino de Schnitzler, el dubitativo y blando aristócrata parece andar a la busca perpetua de “la mujer” que colme su soledad; sin embargo, el susto que se lleva el refinado esteta es mayúsculo cuando ve que un enamoramiento serio exige una firmeza de la que él carece.
Espejo de época, con Freud hurgando en la trastienda de una sociedad imbuida de doble moral y que se resiste al cambio de rumbo de los tiempos, Schnitzler recrea tanto los espléndidos salones de la alta burguesía judía vienesa, con sus banqueros y mecenas artísticos, como los cafés literarios, alma mater de un mundo intelectual hasta la médula, escéptico, liberal y hasta nihilista que hoy resulta tan atractivo como moderno. De grata lectura, gracias a la lograda traducción, esta novela de avatares psicológicos atrapará a los amantes de la gran literatura, acostumbrados a Balzac, Zweig o Mann. L. F. M. C.