viernes, 2 de marzo de 2012

En castellano los diarios de viaje del adolescente Schopenhauer

Diarios de viaje, Trotta

Editorial Trotta publicará la próxima semana un texto inédito del filósofo Arthur Schopenhauer (1788-1860): Diarios de viaje (Reisetagebücher)Schopenhauer redactó estos diarios en su adolescencia, durante los dos grandes viajes europeos que emprendió en compañía de sus padres. Los cuadernos que contenían las anotaciones de estos diarios aparecieron tras la muerte del filósofo entre los papeles y documentos de su legado manuscrito. Charlote von Gwinner, hija del primer biógrafo de Schopenhauer, los editó a comienzos del siglo XX; después no volvieron a ver la luz hasta 1988, cuando con ocasión del bicentenario del nacimiento de Schopenhauer, los editó Ludger Lütkehaus bajo el sello de la editorial suiza Haffmans. Ahora aparecen por primera vez en castellano.  



Texto de solapa del libro:

Arthur Schopenhauer conoció bien Europa en su niñez. Sus estancias en El Havre para aprender francés cuando solo contaba diez años de edad y, poco después, los dos grandes viajes europeos que emprendió junto a sus padres, en su adolescencia, le proporcionaron la suficiente experiencia como para jactarse, cuando ya era un filó- sofo famoso, de haber conocido el mundo de primera mano, en persona, en vez de únicamente a través de los libros.
Los dos Diarios de viaje que contiene este volumen, inéditos en castellano, los llevó el adolescente Arthur a instancias de sus progenitores mientras viajaban por media Europa en coche de caballos. En el primero, escrito durante un viaje estival al balneario de Carlsbad (Bohemia), Arthur dejó constancia de sus impresiones de Centroeuropa. En el segundo viaje, de más de año y medio de duración, los Schopenhauer llegaron a Londres después de pasar por Holanda. De regreso al continente, a través de Francia, cruzaron los Alpes franceses y suizos hasta Austria. Viajeros privilegiados gracias a la fortuna de Heinrich Floris, padre de Arthur, los Schopenhauer visitaban museos y monumentos, cono- cían a personalidades de la época y disfrutaban de los más bellos paisajes; fueron turistas gozosos y pioneros, en busca de cultura y amplitud de conocimientos.
Este testimonio del joven Schopenhauer, aun siendo de interés para los lectores de sus obras, aporta ade- más una clara idea de qué podía admirarse en aquella Europa de comienzos del siglo XIX; cuáles eran los monumentos que entonces llamaban la atención, qué obras eran dignas de elogio artístico y cómo eran los paisajes que hacían volar la imaginación de las pocas personas que viajaban por placer, tan escasas en aquel tiempo e imbuidas de un espíritu puro, aventurero y romántico. 


Arthur Schopenhauer: Diarios de viaje. Traducción, introducción y notas de Luis Fernando Moreno Claros, Trotta, Madrid, 2012, 252 páginas, 23 euros. 


Reisetagebücher, Haffmans, 1988


Arthur Schopenhauer en 1802



Para leer un avance del libro:




martes, 28 de febrero de 2012

Reseña de "Tránsito" de Anna Seghers


Tránsito

La breve reseña que incluyo a continuación iba destinada a "Babelia"; finalmente se quedó sin publicar debido a que el libro dejó de ser una novedad hace ya dos años. Naturalmente es una de esas novelas que, aunque enraizadas en un contexto histórico muy concreto, siguen mereciendo una atenta lectura. —¡Estupenda novela también "La séptima cruz" (RBA), de esta misma autora.



Anna Seghers
Traducción de Carlos Fortea.
Epílogo de Cecilia Dreymüller.
RBA, Barcelona, 2010, 246 páginas, 21 euros.


Quien lea esta magnífica novela que ahora recupera RBA en la excelente traducción de Fortea, acaso percibirá reminiscencias de películas como El tercer hombre o Casablanca; y hasta encontrará algo de esa magnífica Suite francesa, de Irene Némirovsky. Y es que Tránsito (1944) comparte mucho del ambiente emocional, la épica y la desesperación de las obras mencionadas, además de una buena dosis de suspense psicológico. La escritora alemana y judía Anna Seghers —pseudónimo literario de Netty Reiling (1900-1983)—, publicó algunas de sus mejores novelas, tales como La séptima cruz o Los compañeros, durante su exilio en México, después de verse obligada a huir de Europa con su familia por culpa de los nazis.
El escenario de Tránsito es Marsella, la vía de escape a Ultramar de tantos desesperados perseguidos por Hitler. La acción transcurre entre la capitulación francesa de 1940 y la primavera de 1941. Miles de refugiados de toda Europa, de toda índole y condición (también, republicanos españoles), se hacinan en hoteles y cafés a la espera de que algún consulado extranjero les selle visados de entrada para algún desconocido pero hospitalario país. Son seres con vidas rotas y casi paralelas que se encuentran enfangados en una red kafkiana de salvocondutos, certificados de partida y permisos de tránsito; todo ello sabiamente aderezado por largos o breves plazos de tiempo cuya caducidad provoca la desgracia de tener que empezar de nuevo con las múltiples solicitudes y los trámites. En medio de esta humanidad ansiosa por abandonar Francia se halla un alemán que no puede regresar a la patria, pues ha escapado de un campo de concentración. Es un hombre solitario, escéptico y melancólico que por azar suplantará la identidad de un muerto: el escritor Weidel, a quien justo antes de morir se le expidió un visado para México. A las manos del usurpador llega una carta de auxilio de la misteriosa esposa del fallecido y el manuscrito de una novela inédita. Con estos elementos, Seghers hilvanará una singular historia de amor e intriga: tres hombres desempeñan un papel fundamental en la vida de una chica sin demasiada personalidad, pero capaz de despertar calladas pasiones.
Anna Seghers vivió el angustioso microcosmos humano e histórico que con tanta maestría describe en Tránsito. Su inteligente novela es capaz de mantener al lector en tensión, y ello incluso cuando desde el comienzo sabemos más o menos cómo va a resultar todo el asunto: pero igual que en la vida real donde circunstancias, azar y voluntad conjugan tanto el fausto como el infausto destino, también en esta novela existen las sorpresas. L.F.M.C.

Anna Seghers en 1944