viernes, 6 de abril de 2018

Lecturas recuperadas: Un viaje a Ámsterdam a través del tiempo


Un viaje a Ámsterdam a través del tiempo

Reseña de Ingrid Arregui Álvarez para Ciudad de Azófar

Russell Shorto: Ámsterdam. Historia de la ciudad más liberal del mundo, Madrid, Katz Editores, 2016, 349 páginas.

El historiador y periodista norteamericano Russell Shorto (1959) nos conduce en este libro con mano maestra por las calles de Ámsterdam en un viaje espacio-temporal para sentir esta ciudad peculiar ―cuna del liberalismo moderno― con una nueva perspectiva enriquecida por episodios curiosos, escenas pregnantes y personajes variopintos, rescatados del pasado y narrados con una viveza extraordinaria. Shorto es colaborador en The New York Times Magazine y gran conocedor de Ámsterdam: residió allí seis años, fue director del John Adams Institute, donde ejerció una importante labor fortaleciendo las relaciones culturales entre los Países Bajos y Estados Unidos. Su tarea divulgadora se ha reflejado en libros como Descartes’ bones, 2008 (Los huesos de Descartes, Duomo, 2009), The island at the center of theWorld, 2004 (Manhattan. La historia secreta de Nueva York, Duomo, 2011).
Ámsterdam-Shorto

El autor comienza su ensayo con datos cotidianos de su vida en Ámsterdam, inicio que trasluce su amor por esa ciudad y su implicación en esta obra. A la vez nos ofrece un aperitivo de tópicos holandeses: las bicicletas, la luz blanca y nítida, los edificios de ladrillo rojo, los canales, las casas flotantes, el distrito rojo, la pintura, los tulipanes, los ocupas, los hippies, los coffee shops. Todo ello constituye una muestra de esta ciudad loca, tolerante, a la vez que conservadora, donde la calma y la convivencia del multiculturalismo se han logrado gracias a esa actitud tan típicamente neerlandesa: gedogen, “técnicamente ilegal, pero oficialmente tolerado” (pág. 23). La Ámsterdam fascinante del presente, que ha vuelto a vivir un auge del progresismo a finales del siglo XX, refleja el gran influjo que tuvo este pequeño núcleo sobre el mundo entero, también en la génesis de Estados Unidos,  al fraguarse en ella durante su siglo de oro (de finales del XVI a finales del XVII) algunas de las ideas fundantes de la modernidad: el liberalismo social y económico, su conexión con la democracia, la importancia de los derechos y libertades individuales.






Ya en este primer capítulo situado en el presente irrumpe el pasado: la ocupación nazi, el exterminio judío y la historia de Ana Frank a la luz de la presencia de una amiga del propio autor, Frieda Menco, que conoció a Ana y a su familia, pero sobrevivió al horror de Auschwitz. Este recurso de utilizar los personajes secundarios para crear suspense y abordar luego los acontecimientos históricos constituye uno de los puntos fuertes de la técnica del historiador Shorto; además le sirve para resaltar que la historia la hacen personas concretas, muchas veces desconocidas, con sus decisiones y acciones desconcertantes, una prueba más de la importancia que concede al individuo y su papel en el mundo moderno. Pero sin obviar nunca la trascendencia de los grandes personajes, a los que arriba Shorto después de mantenernos en la intriga del devenir histórico; y ahí están nombrados como colofón a este inicio del viaje, Spinoza, Rembrandt o la misma Ana Frank. Por eso, su libro no es un ensayo sobre política, sino un estudio histórico, sociológico, de microbiografías sobre una ciudad viva y sus habitantes, que forjaron el liberalismo y la modernidad. 

miércoles, 4 de abril de 2018

Novedades, libros y más libros (II)


Seguimos con las novedades que nos interesan estos días:

La editorial Atalanta publica siempre libros excelentes; uno de los que más nos gustan de entre su selecto catálogo —y que creemos que es una auténtica joya literaria que no ha tenido la atención que se merece— es Escolios a un texto implícito, del singular pensador colombiano
Nicolás Gómez Dávila (1913-1994). Apareció en 2005, son 1.400 páginas de aforismos lúcidos como centellas, certeros, cáusticos, irónicos… Y escritos en una prosa que Álvaro Mutis, calificó de las mejores en castellano: «No conozco antecedentes en castellano de una más transparente y hermosa eficacia de estilo», aseguró. Basta con abrir el libro al azar para leer piezas de pensamiento tan soberbias como las siguientes:

Nicolás Gómez Dávila

«El tiempo es menos temible porque mata que porque desenmascara»; «La única derrota sin remedio es la imbecilidad, aún victoriosa»; «No hay tontería en que el hombre moderno no sea capaz de creer, siempre que eluda creer en Cristo»; «El extremismo político sirve para disculpar la mediocridad intelectual»; «Debemos resignarnos a que nada dure, pero negarnos a acelerar su fin»; «La tecnificación del mundo embota la sensibilidad y no afina los sentidos»; «No sentir la putrefacción del mundo moderno es indicio de contagio»; «Para adoctrinar nunca se apunta demasiado bajo»; «El público no sabe defenderse de ideas estúpidas sino adoptando ideas estúpidas de sentido contrario»


Así podríamos seguir reuniendo más aforismos hasta ocupar otras 1.000 páginas, todos  interesantes. En cada una de dichas páginas hay al menos ocho o nueve pensamientos—«escolios», los denominó su autor— que dan que pensar, la mayoría aciertan en el blanco; difícil no dejarse llevar por el rapto de lucidez de su autor. Nada hay equiparable en castellano, ni tampoco en el extranjero. Elias Canetti, por ejemplo, pasa por ser un gran cultivador de aforismos, pero los del autor de La provincia del hombre son tal vez —en conjunto— de menor calado intelectual, pues  a Canetti le faltó el profundo saber meditado de Gómez Dávila, el conocimiento filosófico, la pasión por la trascendencia, el gusto por la historia… Aunque ambos, tanto Canetti como Dávila, participan de una visión pesimista de la naturaleza humana y de esa misantropía propia de las mentes sensibles y superiores.