martes, 8 de noviembre de 2016

Nueva traducción al castellano de Die Verwandlung (La transformación) de Franz Kafka



Atalanta, Vilaür, 2016, 166 páginas, 19 euros.


La transformación, Kafka
Ediciones Atalanta publica este mes de noviembre una nueva versión del extraordinario relato La transformación, de Franz Kafka (1881-1924). Este relato es más conocido en castellano, desde su primera traducción en 1925, con el título de La metamorfosis, pero en ediciones recientes está empezando a imponerse el título —más directo según el vocablo original alemán Verwandlung— de La transformación. Esta es la opción por la que también ha optado Atalanta. Tal vez el nombre no sea tan eufónico, como el de «metamorfosis», pero sí más literal. Una voz tan solvente en la gran literatura como fue la de Jorge Luis Borges sostuvo hace ya décadas que Kafka no puso título a su relato eligiendo la palabra que también se estila en alemán   Metamorphose, sino este otro término más llano de Verwandlung. Apoyándose en este argumento, Borges aseguró que si él hubiera traducido el relato lo habría titulado sin dudarlo La transformación.
El caso es que con ésta de Atalanta contamos con innumerables traducciones al castellano de este famoso relato de Kafka. Pero la nueva versión aporta algo que la diferencia de muchas otras —al menos, de las más divulgadas (no he podido consular todas, como cabrá imaginarse, pero sí suficientes)—; y me refiero a su fidelidad al texto alemán de Kafka. No es que los traductores hayan optado por una literalidad a ultranza, imposible en castellano, pero sí por una notable fidelidad, evitando en lo posible traicionarla para intentar embellecer el resultado en castellano. Y fidelidad, además, al estilo de Kafka, que a menudo es abrupto, llano, directo, igual que exento de retórica y circunloquios. El autor de El proceso escribía de corrido, sin hacer excesivas correcciones en lo escrito, de ahí que su expresión fuera espontánea, rauda y certera casi al primer intento; las frases, llenas de interjecciones, profusión de signos de puntuación y con múltiples repeticiones de sustantivos, adjetivos, nombres propios, conjunciones, etc. También era amigo de reiterar, sin miedo a las cacofonías, el nombre propio del personaje principal de sus relatos; en el caso de La transformación,  es el nombre de «Gregor» e que se repite constantemente. Contadas veces lo sustituye por el pronombre correspondiente. En castellano suena rara la repetición de nombres propios, pero para Kafka era lo normal, un efecto buscado por él con insistencia.
Mucho de todo esto se ha querido mantener en esta nueva traducción; y cuando se ha omitido (en apenas un par de ocasiones) ha sido porque resultaba verdaderamente chocante y sobrecargado en castellano. Por ello esta novedosa y reciente versión del emblemático relato acerca mucho al lector de habla hispana al texto original alemán, puesto que evita embellecerlo o castellanizarlo para sortear el riesgo de perder el ritmo kafkiano del original.
Reverso de La transformación
Con La transformación, Kafka escribió un relato tragicómico que puede encuadrarse en la gran tradición de la novela corta europea que empieza con Miguel de Cervantes y sus Novelas ejemplares y se extiende hasta E.T.A. Hoffmann, Heinrich Von Kleist y llega hasta Thomas Mann, por mencionar a un gran escritor contemporáneo de Kafka. Por cierto que al autor de La montaña mágica le encantaba Kafka y a éste también le gustaban mucho los relatos de Thomas Mann (Tonio Kröger era su favorito), así como Los Buddenbrook. Y también Von Kleist fue uno de sus autores de cabecera, igual que lo fueron Gógol y Dostoyevski, otros grandes del relato y la novela breve occidental.
Este aire de tragicomedia al que me refiero se refleja claramente en todo el relato de La transformación, en el que se suceden escenas trágicas con toques cómicos. Los gestos histriónicos de los personajes se parecen a esas sobreactuaciones que en ocasiones son tan evidentes en la vida real cuando personas desesperadas muestran sentimientos exagerados. Los estrambóticos personajes de los tres inquilinos, los «señores de la habitación», que dominan algunas escenas del capítulo tercero del relato son sumamente cómicos y repugnantes por igual. También lo son otros personajes secundarios, tales como el pedante apoderado o la prepotente asistenta. La familia de Gregor, compuesta por el padre, la madre y la hermana, no pasa de ser anodina y «normal», pero de esa normalidad que mirada de cerca asusta por su grisura; son personas sin nada especial que ofrecer al mundo y que tampoco esperan recibir mucho de él, poco más que un trabajo seguro que les proporcione el suficiente dinero para mantenerse y seguir propagando la especie. Su tragedia es que la transformación de Gregor les impide seguir con el curso de sus vidas tristonas y absolutamente carentes de fantasía y épica.

Franz Kafka hacia 1916

Exégesis de La transformación hay muchas, no entraré en ellas. Tampoco lo hace L. F. Moreno Claros en su prólogo, que sólo pretende situar al lector en los precedentes biográficos de Kafka para que entienda en qué ambiente nació este singular relato. Pilar Benito Olalla —filósofa y autora de un exhaustivo libro sobre Baruch Spinoza: Una nueva ética para la liberación humana— firma un posfacio en el que la  tragicomedia de Gregor Samsa es vista a la luz del célebre mito platónico de la caverna (libro VII del diálogo República).
Una cronología muy completa de la vida de Kafka y una bibliografía selecta —y muy útil— cierran un volumen espléndido y que sin duda animará a leer (o a releer) a este gran "clásico moderno" que es Franz Kafka.   —Javier Hurtado para Ciudad de Azófar.

3 comentarios:

Jesús J. Pelayo dijo...

Es una edición impecable. Enhorabuena.

http://www.elinfiernodebarbusse.com/2016/11/ka-fk-en-atalanta.html

Luis Fernando Moreno Claros dijo...

¡Muchas gracias, amigo De Barbusse!

Alejandro Roque dijo...

Me parece muy acertada la aproximación que se ha hecho en la traducción a su original. Creo que hacía falta llevarlo a cabo.
El posfacio de P. Benito Olalla, además de sintético y bien documentado acierta en mi opinión al seguir la rica veta platónica que apunta.
Enhorabuena al equipo por la edición