domingo, 12 de diciembre de 2021

Stefan Zweig: todas las biografías en dos espléndidos tomos

 (Las «biografías», no los «retratos biográficos»)


El gran escritor austriaco Stefan Zweig (1881-1942) se unió a la corriente biográfica de su tiempo y también él se convirtió en un maestro del género. Lytton Strachey, Emil Ludwig o André Maurois habían renovado el género biográfico en Inglaterra, Alemania y Francia respectivamente; y con ello en Europa. Los biógrafos eran de esta época fueron casi novelistas porque trataban a sus biografiados como si fueran personajes propios, creados ad hoc con el único fin de narrar sus vidas. 

Zweig empezó desde muy joven a escribir retratos biográficos, con los años se convirtió en un maestro; sus biografías y semblanzas biográficas son hoy eminentes ejemplos, aclamados por millones de lectores de todo el mundo.


El primer esbozo biográfico de Zweig lo publicó siendo muy joven: Verlaine (Editorial Sequitur). Éste breve ensayo en el que comentaba la vida y las andanzas principales del poeta y trataba de dibujar los principales rasgos de su carácter sirvió como modelo para sus futuras semblanzas literarias; sobre todo aquéllas que aparecieron a partir de los años veinte del siglo pasado agrupadas bajo el título de Baumeister der Welt o los Constructores del mundo

Bajo este título publicó cuatro libros que contienen semblanzas biográficas de Hölderlin, Nietzsche y Kleist (La lucha contra el demonio); Balzac, Dickens y Dostoievski (Tres maestros); Casanova, Stendhal y Tosltói (Tres poetas de sus vidas); así como de Mesmer, Mary Bakker-Eddy y Freud (La curación por el espíritu). Todos ellos fueron éxitos de ventas en todo el mundo. Zweig trazaba con suma perspicacia  interés los caracteres y los avatares existenciales y biográficos de estos autores. La admiración que él sentía por cada uno de ellos se transmitía fácilmente a los lectores. 

Pero estas semblanzas no son propiamente biografías al estilo de como habrían de ser los estudios celebérrimos sobre María Antonieta,  Fouché o María Estuardo. La escritura de estas tres obras en concreto le llevó a Zweig bastante más tiempo que la de cualquiera de los estudios biográficos citados más arriba; tuvo que documentarse con esmero, pues no le bastó para escribirlas la lectura de otras biografías o sus propias ideas, concebidas sólo a partir de interpretaciones de la vida del personaje o de la lectura de sus obras. Estudios consistentes y viajes múltiples fueron necesarios para la composición de las biografías de María Estuardo, María Antonieta y Fouché  

 De otro carácter son los estudios biográficos que tratan de Castellio y de Calvino (incluidos en el espléndido ensayo Castellio contra Calvinoo la «biografía» de Erasmo de Rotterdam; en realidad, ésta última obra es un ensayo biográfico que bien hubiera podido incluirse en la serie Constructores del mundo debido a su mayor brevedad que las anteriores, y porque está plagada de reflexiones sobre la persona de Erasmo y su circunstancia vital mientras deja a un lado otros datos meramente biográficos, circunstanciales, suyos y de otros personajes de su tiempo, etcétera. En general, los dos trabajos mencionados se alejan de las biografías más extensas, son obras narrativas y en modo alguno persiguen la intención de quedar como modelos de referencia para los estudiosos de cada personaje; están concebidas para informar a los lectores sobre algunas de las peripecias más vitales y esenciales de los personajes en cuestión. 


Los lectores, aunque no descubran con prolijidad toda la vida de los personajes de Zweig, se quedan con lo más importante: los sufrimientos, las pasiones, los logros, los desengaños… el carácter, la persona en general. Se ve al personaje, se le oye, se le conoce … he ahí lo más importante.


En estos dos 
fabulosos volúmenes que publica Acantilado se incluyen otros estudios biográficos que hasta ahora estaban publicados con menor esmero o en traducciones más antiguas y menos cuidadas: los estudios sobre el poeta belga Émile Verhaeren y el escritor francés Romain Rolland.

El primero de estos estudios no puede catalogarse como "biografía". Escrito en vida de Verhaeren, es un estudio sobre las obras de este gran poeta, admiradísimo por Zweig hasta tal punto que dedicó dos años de su vida a traducir sus poemas y sus obras dramáticas, aparte de escribir este ensayo analizando su obra. 

Interesantísimo, por cierto, puesto que Zweig descubre todo el interés y el amor que le ocasionó la obra magnífica de Verhaeren (muy poco o nada traducida al castellano). 

Zweig leyó de joven unos cuantos poemas de Verhaeren (que escribió siempre en francés) y quedó prendado de ellos. Enseguida visitó a este poeta en Bélgica y trabó con él una cordial y fructífera amistad. Este Verhaeren de Zweig es novedad en castellano, ya que las traducciones aparecidas bajo este mismo título en la editorial Tor de Buenos Aires en los años cuarenta y en la edición de las mal llamadas Obras completas de la Editorial Juventud, difieren del Verhaeren que ahora presenta Acantilado; traducción basada en la edición de Knut Beck para la editorial Fischer. El Verhaeren publicado por Juventud es un fragmento de El mundo de ayer (la parte que Zweig dedicó al poeta en sus memorias).

Otra biografía excelente que contienen estos volúmenes es la del gran Balzac. Fue el proyecto de muchos años. Zweig no la terminó, aunque dejó escrita gran parte de ella. La editó Richard Fridenthal, editor amigo y albacea de Zweig. El autor de Amok fue un ferviente admirador de Balzac. Escribió una semblanza breve, pero siempre soñó con dedicarle un trabajo más extenso. Durante años reunió reunió materiales para escribirlo; iba a ser la biografía soñada, una gran obra que tendría que describir el carácter del gran escritor y comentar peculiaridades de sus obras. Cuando Zweig marchó al exilio en Inglaterra se llevó consigo todo el material que tenía acumulado para escribir esta biografía. En múltiples cuadernos y carpetas guardaba infinidad de notas y apuntes; tenía además mucha bibliografía acumulada, leída, resumida en fichas. Cuando compró la casa en la ciudad de Bath, en las cercanías de Londres, albergó en ella todo en material «balzaquiano». La guerra mundial de 1939 y el posterior abandono de Bath en 1941 impidió a Zweig continuar la biografía de Balzac. 


La imposibilidad de terminarla fue uno de los muchos motivos que le condujeron al suicidio. Pese a que las dos mujeres que más lo amaron lo animaron a terminar «el Balzac», no tuvo fuerzas para hacerlo. Lotte le regaló una edición de obras completas de Balzac en su sesenta cumpleaños; y Friderike se comprometió a mandarle libros que necesitase desde Nueva York. Pero Zweig había perdido la ilusión.  

    Así y todo, la biografía de Balzac que nos dejó Zweig, aunque sin terminar del todo, está a la altura de las demás. Es muy entretenida, porque la vida del extravagante Honoré Balzac —él «de Balzac» se lo colocó él orgullosamente más adelante— fue muy entretenida y digna de ser contada; así lo hizo Zweig con enorme maestría.  

  Y también hallamos en estos magníficos volúmenes la biografía apenas conocida en castellano de la poetisa francesa Marceline Desbordes-Valmore, una de las primeras que escribió Zweig. Una obra llena de sensibilidad hacia la figura de esta mujer que amó a un solo hombre para toda la vida, a un hombre que la hizo desgraciada a más no poder. Pero Marceline, en lugar de hundirse supo cantar su dolor en poemas espléndidos, para Zweig, de los mejores de las letras francesas.  

En definitiva, estos tres tomos son un absoluto acontecimiento literario en España, proporcionarán a los lectores horas de placer intelectual. 

 

sábado, 20 de noviembre de 2021

Más novedades literarias de otoño


El fraile y el filósofo
Toon Hrosten
Cielo Eléctrico, Madrid, 2021

Un curioso libro, muy entretenido incluso para quienes no sepan quién fue el gran filósofo alemán y judío Edmund Husserl (1859-1938). Porque no trata de su persona ni de sus teorías expresamente, sino del inmenso legado manuscrito que dejó al morir y de las peripecias para salvar de los nazis y de la destrucción de la guerra este tesoro filosófico. Fueron miles de folios manuscritos o mecanografiados, además de cuadernos con anotaciones y libros, los que dejó Husserl a su muerte en su casa de Friburgo; todo ello quedó a cargo de su viuda. Ésta se vio acosada por los nazis, que habían negado todos los honores a su marido, aun cuando había sido uno de los catedráticos más celebres de Alemania y un broche de oro para la Universidad de Friburgo. Allí se jubiló n 1928, pero en 1933, cuando Hitler accedió al poder y Heidegger fue nombrado rector de la universidad friburguesa, a Husserl le prohibieron regresar a la universidad, ni siquiera para usar la biblioteca. Cuando murió, llevaba ya unos años muy aislado, abandonado incluso por algunos de sus discípulos (el más clamoroso de todos fue el citado Heidegger). 

Malvide Husserl, esposa del celebre catedrático, se halló a la muerte de su marido con el inmenso legado. ¿Qué hacer? ¿Cómo preservarlo del abandono o de la destrucción en una Alemania dominada por los nazis, que nada querían saber de la filosofía de un judío? La casualidad o el hado del destino vino a ayudarla. Fue gracias a un joven belga estudioso de la filosofía de Husserl, el padre franciscano Hermann Van Breda, que pudo salvarse el archivo Husserl. En la actualidad lo alberga alberga la Universidad Católica de Lovaina. Los avatares que corrió el impagable legado hasta quedar a salvo fueron cuantiosos. Fueron aventurados y hasta peligrosos para todas las personas que participaron en ellos, desde miembros del gobierno belga hasta otros tantos filósofos, admiradores o no de Husserl. Este libro cuenta esta verdadera odisea con un suspense digno de una historia de aventuras. Muy emocionante, por una parte, y muy aleccionador y estimulante por otra: el amor a la filosofía y a la memoria de un gran maestro de sabiduría como fu Husserl pudo mover montañas.

    Y para seguir en un ambiente de misterio, aventuras y detectives, nada mejor que volver a los libros del gran escritor suizo Friedrich Dürrenmatt que reedita ahora la editorial Tusquets, con ocasión del centenario del nacimiento del escritos (1921-1990). Los dos títulos más recientes son Justicia y El encargo.

Justicia

   «Mientras acompaña al aeropuerto a un ministro inglés, el consejero cantonal Kohler detiene el coche oficial frente a un restaurante, entra, atraviesa la sala llena de gente y, de un tiro mata al profesor Winter, un aburrido humanista. Todos lo ven, caben pocas dudas de quien es el asesino. Sin embargo, Isaak Kohler no solo no huye, sino que aquella misma noche acude a un concierto donde al fin se atreven a detenerle. Es condenado a vente años. Pero Kohler, un hombre culto, riquísimo y maquiavélico jugador de billar, no duda en apelar a un joven abogado en apuros para encargarle la revisión de su caso a partir de la hipótesis de que él no es culpable. De hecho, los testigos visuales se contradicen, jamás se ha encontrado la pistola y no hubo hecho confesado; tan sólo un asesinato sin motivo. El resultado es un inquietante laberinto de enigmas donde la lógica queda malparada, la verdad y la mentira se confunden y la justicia se asemeja peligrosamente a una farsa». De la contraportada de este inquietante relato, que es de los mejores de Dürrenmatt. Éste es autor también de esa soberbia obra teatral La visita de la vieja damaque trata asimismo de la justicia directamente, pero de una manera completamente distinta a la de esta historia. 


En las novelas y el teatro de Dürrenmatt nada es lo que parece, la lógica se vuelve loca, el lector queda fascinado por la pericia del escritor para tergiversarlo todo, para ponerlo patas arriba, en estas historias que suelen ser crueles y cómicas a la vez. Llenas de filosofía, por cierto, puesto que todas tratan sobre el bien y el mal, lo justo y lo injusto; sobre la acción y la omisión o sobre los otros y sus juicios y visiones. Y también sobre el poder del dinero. Algo de todo esto lo encontrará el lector en el relato El encargo, en el que una osada periodista de la televisión suiza se atreverá a aceptar investigar la muerte de la esposa de un psiquiatra danés ocurrida en un país árabe. Un relato envolvente e inesperado conduce a un laberinto de iniquidades, que darán sorpresas y mucha materia para pensar. 

Si Dürrenmatt fue un autor sorprendente e inteligente, no le iba a la zaga el belga Georges Simenon, un autor tan prolífico que quien no lo haya leído podría pensar que sus obras pecan de superficialidad o de inconsistencia. Nada de eso, Simenon fue una máquina de escribir de carne y hueso, dotada de una imaginación portentosa y de un talento narrativo inigualable. 

Las editoriales independientes Acantilado y Anagrama se han puesto de acuerdo para publicar las obras de Simenon (¡ojalá lo consigan!). Varios intentos hubo ya en España, sin lograrlo, ¿acaso los lectores son poco receptivos a la obra de este genio? Hay que atreverse con él. Vale más que cientos de novelas que se se anuncian en la actualidad como «primeras obras geniales».

 Hay 190 novelas firmadas por Simenon y numerosas más firmadas con pseudónimos. Ningún autor (o autora) de los actuales, cuya primera o segunda obra se anuncia a bombo y platillo será capaz de dar tanto… Con Simenon hay que atreverse, lo mismo que con Proust o con Balzac. Es un grande entre los grandes y su lectura siempre merece la pena porque es fuente de placer y de entretenimiento.

Ojalá estas dos editoriales consigan publicar todo los libros de Simenon (ya hay muchos en español, desde luego, esto debería aligerar la tarea de los traductores). Por de pronto, Anagrama y Acantilado  publican estos días los tres primeros libros de la colección, y los tres son muy entretenidos. Con ellos se pasa un buen fin de semana de lectura o unas cuantas veladas de pasión literaria, sin agobios profesionales, a solas con Simenon y sus historias. Y no son historias banales, todo lo contrario. Tanto Tres habitaciones en Manhattan como El fondo de la botella son dos novelas magníficas, nacidas de la imaginación y el buen hacer de un escritor de pura raza. Hoy, Simenon no es políticamente correcto —como nunca lo fue la gran literatura—; el gran autor, nos traslada en estas dos novelas mencionadas a Nueva York y a la América profunda. Dos historias intensas y absorbentes, que apenas comienzan arrastran al lector para zambullirlo de cabeza en un mundo, en una historia, que es capaz de sacarlo de su tiempo y de su estado de abulia o somnolencia. 

De «amor loco», furioso y desesperado trata Tres habitaciones en Manhattan.  Y la segunda novela, El fondo de la botella, es una recreación del mito de Caín y Abel muy sutil a la par que enormemente profunda. En cualquier caso, son dos novelas que sorprenden y que atrapan. Y en cuanto a la novela  del comisario Maigret que acompaña a las dos anteriores, solo cabe decir que es «puro Maigret» y puro Simenon. esta vez, en un París ligeramente primaveral, acompañamos a Maigret a una mansión de la alta sociedad en la que acabará cometiéndose un crimen anunciado. Una delicia para quien siga a este comisario y un descubrimiento para quien lo desconozca. Una grata sorpresa esta nueva colección —son traducciones muy buenas, y las cubiertas de los libros están ilustrada con mucha gracia por Maria Picassó







lunes, 8 de noviembre de 2021

El libro que STEFAN ZWEIG no quiso volver a publicar y otras NOVEDADES LITERARIAS: Worpswede

 

Stefan Zweig en torno a 1900

El gran escritor Stefan Zweig (Viena, 1881-Petrópilis, 1942) publicó su primer libro en 1902, a sus veintiún años. Era un libro de poemas y se llamó Cuerdas de plata. A esa edad ya había publicado «más de 200 poemas, y escrito el doble», según contó en una carta a Karl Emil Franzos; eligió cincuenta poemas para el libro de entre los escritos (publicados en diversas revistas literarias o inéditos), buscó una buena editorial (Schuster & Loeffler, de Berlín) y dio el salto para publicar de manera un tanto más seria que hasta entonces. El librito tuvo una acogida benévola entre los poetas consagrados de la época, que elogiaron la facilidad del joven autor para manejarse con las más variadas formas poéticas. Aparecieron más de 40 reseñas del libro (¡!), casi todas bastante elogiosas, salvo un par de ellas que lo tildaron de «primerizo y vano», un simple trabajo de diletante adolescente. A Zweig le agradaron los elogios y le disgustaron las aceradas críticas; pero, sobre todo, se sintió muy satisfecho de haber dado aquel paso. Sin embargo, pronto él mismo fue consciente de que su primer libro había sido un capricho, sus poemas estaban bien, eran correctos, pero carecían de profundidad; sólo eran formalmente hermosos, se dijo a sí mismo. Ello no le quita mérito ni brillantez a este libro curioso, leído ahora, por primera vez en castellano 

    La estupenda editorial Fórcola es la primera en España en atreverse a publicar los poemas de Stefan Zweig. Nunca antes en castellano había aparecido algún poema suyo. Tanto Cuerdas de plata como su libro de poesía posterior Die frühen Kränzen (Guirnaldas tempranas) son desconocidos en la lengua de Cervantes.  Fórcola publicará la poesía de Zweig en sucesivos volúmenes y en edición bilingüe, Dios mediante. 


Cuerdas de Plata

 Zweig empezó a publicar poemas con su nombre en 1897 (hasta entonces había publicado sólo con pseudónimos). El   primero apareció en la revista de literatura Die Gesellschaft, de Múnich. Esta publicación era muy conocida e importante; también Thomas Mann había publicado allí su primer relato —Gefallen [La caída]en 1894. 

Tras esta primera publicación, el joven Zweig se lanzó a escribir más poemas y a publicarlos en revistas diversas. Tantas, que en 1900, el nombre de Zweig fue citado por el novelista y dramaturgo Hugo Oehler en un artículo publicado en la revista Jung Deutschland sobre los escritores vieneses. El más joven de la nueva generación es «Stefan Zweig, quien ya muestra un gran talento», decía Oehler.

Tanta producción poética se concretó en Cuerdas de plata. En la editorial Schuster & Loeffler (de la que más tarde derivaría la editorial Insel, con la que Zweig colaboró gran parte de su vida) publicaban otros poetas ya famosos de la época: 

Otto Julius Bierbaum, Richard Dehmel, Detlev von Liliencron y Alfred Mombert. A los que Zweig admiraba y con los que más tarde trabaría amistad. 


El ilustrador Hugo Steiner-Prag, uno de los más célebres artistas del Expresionismo alemán, era el encargado de ilustrar las cubiertas de los libros de la editorial Schuster & Loeffler, así como de las demás ilustraciones. También ilustró el tomillo de poemas de Zweig.

    El título metafórico del libro —Cuerdas de plata— hace alusión a un fragmento de la novela Nils Lyhne (¿cuándo la reeditará Acantilado?), del autor danés Jens Peter Jacobsen, muy admirado y leído por Zweig en la adolescencia. «Anhelaba más de mil sueños trémulos, imágenes de frialdad refinada: colores suaves y ligeros, perfumes evanescentes y música tenue de cuerdas de plata tensadas con temor, tensadas de tal manera que casi estaban a punto de quebrarse…».

    En una carta de 1903 dirigida a su amigo Hermann Hesse, comentó Zweig que estaba escribiendo «nuevos versos, mucho mejores que los incluidos en el primer libro publicado: «tan acuosos y llanos». No sabemos a qué se refería este adjetivo «acuosos», tal vez intrascendentes; «llanos» es menos rebuscado para expresar lo que sentía el joven autor: no eran poemas logrados, no eran mágicos ni tan originales, como los de Rilke o Hofmannsthal, dos poetas a los que Zweig admiraba por entonces. Eran la expresión talentosa de un mero diletante, de alguien que todavía no había vivido plenamente la vida, sino sólo imaginado y sentido, apoyándose en experiencias librescas, pero no experiencias vitales de las que hubiera podido extraer una «filosofía» o una teoría sobre la vida. El joven autor miraba las cosas del mundo no desde sí mismo, sino a través del velo y la pátina que le conferían sus lecturas de otros poetas, quería ser poeta sin haber crecido todavía para serlo de verdad. Era tan sólo un gran imitador.

    El gran aforista y pensador colombiano (universal) Nicolás Gómez Dávila, en ese libro inapreciable que publicó Atalanta con tanto acierto Escolios a un texto implícito, escribió lo siguiente: 

    «La capacidad de leer poemas traducidos es signo inequívoco de insensibilidad a la poesía» (pág. 542).

    Creemos que las traducciones de poemas extranjeros deberían publicarse en edición bilingüe. Así lo ha hecho Fórcola con estas Cuerdas de plata. La traducción es de Richard Gross. Es sabido que cada traductor hace su interpretación propia de un texto. La de Gross es un tanto manierista en el estilo. Elige algunas palabras rebuscadas para traducir términos que tienen un equivalente más evidente y sencillo en castellano («lubricán» por «crepúsculo», por ejemplo); y a menudo busca la rima en los poemas. Pero lo que a primera vista parece un artificio rebuscado, es un enorme acierto, puesto que estilo elegido por Gross es absolutamente modernista. Así es como escribía, por ejemplo el gran Rubén Darío, y tal y como Gross lo concibe hubiera escrito Stefan Zweig en castellano en aquel tiempo de la Belle Époque. es un absoluto acierto de este grandísimo traductor, que se ha acercado con maestría a unos poemas primerizos, que son harto difíciles de traducir. 

Como esta bonita edición de editorial Fórcola es bilingüe, los lectores disponen de los textos originales, así que ellos mismos pueden deleitarse con el sonido de los versos tal y como los concibió Zweig, o intentar una versión propia. Gross ha dado la suya, que es muy solvente, desde luego, y que es también muy arriesgada, de ahí su absoluta originalidad. Esperamos el resto de volúmenes de la poesía de Zweig con impaciencia. ¿Los traducirá también Richard Gross? Ojalá que sí.

Para seguir en este ambiente de modernismo, arte y poesía, es muy recomendable la novela de Klaus Modick  Concierto sin poeta, que está inspirada en parte de la vida del gran poeta Rainer Maria Rilke, así como en la colonia de artistas  de Worpswede, en las cercanías de la ciudad alemana de Bremen.

   

    El concierto, de Heinrich Vogel, 1905

    El célebre Heinrich Vogeler, un artista total: pintor, grabador, orfebre, diseñador de libros, arquitecto… planea pintar un cuadro de tamaño considerable; representará uno de los entrañables conciertos que se celebraban durante las tardes de un verano especial en el porche de su morada, la casa Berkhof, en Worpswede. 

    Al concierto asistían los pintores y pintoras residentes en la célebre aldea de artistas, además de otros visitantes ocasionales. Vogeler es quien rememora en esta novela su encuentro con Rilke, el poeta que fue muy amigo suyo. Rilke pasa temporadas en casa del pintor; conoce a dos artistas femeninas, las únicas de aquel círculo compuesto por varones: la pintora Paula Modernson-Becker  y la escultora Clara Westhoff.

   

Concierto sin poeta, Klaus Modick

    

    Finalmente, Rilke se casará con una de ellas… lo que sucede entretanto lo va contando Vogel en diversas escenas de la novela, en una mezcla de reminiscencia pasada y acción en el presente. El relato es entretenido, comedido, bien trabado, sin excesos. Describe almas y maneras de artistas, las de Vogeler y Rilke en especial; este último, de excéntrica personalidad, está tratado en la novela con mucha ironía; el autor de Elegías de Duino, en contraste con el pintor Vogeler, parece un tanto caricaturesco. Pero la novela se sostiene muy bien, recrea con acierto el agitado ambiente artístico de la Modernidad en Alemania, cuando tantas innovaciones y descubrimientos se anunciaban en el arte, en la vida, en la psicología… Es un libro muy recomendable para cuantos amen la pintura, la poesía y quieran conocer a aquellos artistas de Worpswede, que vivieron casi idílicamente en su comunidad rural consagrada al cultivo del arte, en los inicios del proceloso siglo XX. 


Estar aquí es espléndido

    Junto al libro anterior, la editorial Errata Naturae publica un relato   biográfico sobre la pintora Paula Moderson-Becker, habitante de la colonia artística de Worpswede. Su título está inspirado en un verso de Rilke, precisamente de las Elegías de DuinoEstar aquí es espléndido. Su autora es la escritora francesa Marie Darrieussecq

Darrieussecq repasa la vida de la original Paula Becker: su infancia y sus inicios como artista, su matrimonio con el pintor Otto Modersohn y su relación de amistad con Rilke; sus visitas a París y su personalidad apasionada e independiente. Recrea su vida y sus desvelos para ejercer su arte, así como por ser reconocida por los demás pintores importantes de su tiempo, todos varones, que la relegaban a un limbo de incomprensión y de aislamiento.

Si su persona fue revolucionaria desde el punto de vista de la afirmación personal, su pintura fue revolucionaria desde el punto de vista estético y humano. 

Se retrató a sí misma de muchas maneras, incluso embarazada, revalorizando con ello la idea estética del cuerpo femenino «natural», la maternidad y la femineidad en general. El relato de su vida es intenso y apasionante, y complementa muy bien la novela de Klaus Modick: Concierto sin poeta.

Las editoriales Errata Naturae y Periférica contribuyen con estos dos libros tan interesantes a reavivar la memoria de aquella célebre colonia de artistas de Worpswede, tal vez poco conocida en España por el público en general, aunque sí por expertos y eruditos en arte y literatura.



martes, 19 de octubre de 2021

 Algunas novedades de otoño 2021



Sala de lectura rural al aire libre


Poética del Café. Un espacio de la modernidad literaria europea. Edición revisada y ampliada. Antoni Martí Monterde, Hurtado y Ortega Editores, Barcelona, 2021. 


I


Ensayo erudito, desde luego, pero muy informativo y muy ameno. El autor Antoni Martí Monterde, experto visitante de Cafés y asiduo escritor en tales establecimientos, ha creado con mirada apasionada un ensayo de antología. Hace un repaso a la historia de los Cafés (con mayúscula designaba a este establecimiento Ramón Gómez de la Serna y así lo escribe Moterde) desde que nacieron en Inglaterra y Francia hasta el «declive» en nuestros días, cuando han desaparecido los más emblemáticos y los que quedan han perdido su romanticismo y su poesía o están plagados de turistas. Figuras de las letras de todos los tiempos pueblan estas páginas entretenidas y brillantemente escritas: desde Samuel Pepys hasta Elias Canetti y Claudio Magris. Sin olvidar a Josep Pla, Stefan Zweig o Joseph Roth junto a  otros muchos autores europeos que tuvieron bastante que ver con la «poética del Café» y la modernidad en la literatura, el arte y el pensamiento.

Un capítulo especialmente intenso e interesante de este volumen lo constituye el comentario a modo de ensayo de un relato de Stefan Zweig: «Mendel el de los libros». Monterde hace gala de un buen conocimiento de las obras del escritor austríaco y da pistas concretas —y tal vez certeras— sobre los intersticios y el simbolismo del mencionado relato, uno de los más logrados del gran Stefan Zweig


Un libro excepcional, este del norteamericano Paul Auster

La llama inmortal de Stephen Crane, traducción de Benito Gómez Ibáñez, Seix Barral, Barcelona, 2021.

Como biografía es exhaustiva, muy informativa. Decir que se lee como una novela es un tópico y no cuadra con esta obra monumental, que en efecto, se lee con sumo placer, el que despiertan los grandes ensayos. 

Así que la biografía de Stephen Crane que ha escrito Auster se lee como una gran obra biográfica y ensayística: historia y crónica se mezclan con las aventuras de Crane, que fue un escritor genial, un joven talentudo y vivaz que supo entregarse a lo que le gustaba con pasión. Aventurero en aquel Oeste americano que daba las últimas coletadas cuando la brutal industrialización acabó con su romanticismo salvaje. Crane todavía vio algo de aquellas tierras, antaño pobladas por indios y colonos, por forajidos y por letales agentes de la Ley,  tan malos casi como los pistoleros a los que perseguían con encono. Crane escribió dos novelas portentosas: La roja insignia del valor y Maggie una chica de la calle; pero también publicó multitud de artículos periodísticos y compuso poemas originalísimos. Esas obras únicas y la vida apasionada de Crane, entre bohemia y aventurera, sedujeron a Paul Auster hasta el punto de animarlo a escribir esta portentosa y apasionante biografía. 



Otra lectura interesantísima y apasionante para estas fechas es el éxito europeo del alemán Peter NeumannLa república de los espíritus libres. Jena 1800. Traducción de Raúl Gabás, el mismo traductor de las obras del afamado biógrafo Rüdiger Safranski.

Y menciono a Safranski porque algo del estilo de éste se le ha pegado a Neumann; además, trata de unos autores de los que trató Safranski en su libro Romanticismo. Neumann toma como centro de atracción espacial la ciudad alemana de Jena, en Turingia, y el año 1800 como marco temporal. En esta ciudad y en este año se dieron cita personajes que ya eran muy influyentes —o que lo serían en el futuro— en las letras, la ciencia y el pensamiento germano. 

 Autores y autoras, personas unidas por el amor a la literatura, el arte, las ciencias y la cultura en general, son los protagonistas de este libro, que se lee muy bien gracias a su estilo conciso y ciertamente apasionado. Goethe, Schiller, Novalis, Fichte, Hegel, Schelling, los hermanos Schlegel y las damas: Caroline y Dorothea formaron el núcleo de un espíritu común que marcaría la cultura de su tiempo y de las décadas venideras. El idealismo alemán en filosofía y el primer Romanticismo en literatura y arte provienen en mayor o menor medida de las ideas de todas estas figuras intelectuales. 


Una novela bien escrita, profunda, y muy entretenida para cuantos amen la música del siglo XX en general —y al compositor Richard Strauss en particular—. Me refiero a Nadie llegará a conocerse, del polifacético escritor y director de orquesta Xavier Güell. 

    El autor de éxitos como Los prisioneros del paraíso y Yo, Gaudí comenzó a publicar una tetralogía dedicada a compositores del siglo XX titulada genéricamente: Cuarteto de la guerra. Hasta ahora ha publicado la hermosa novela dedicada a Bela Bartók: Si no puedes, yo respiraré por tí, y recientemente ésta que nos ocupa, con Richard Strauss como protagonista. El autor de óperas tan innovadoras como la  provocadora Salomé o la filosófica y potente Así habló Zaratustra y la graciosa El caballero de la rosa, vivió un conflicto moral al permanecer en Alemania cuando los nazis llegaron al poder. Favorecido por Hitler, que adoraba la música de Wagner —que Strauss dirigía de maravilla—, en lugar de exiliarse como otros tantos compositores y músicos que no tragaban a los nuevos amos de Alemania, Strauss aceptó cargos y permaneció en la patria.

Strauss nunca fue un nazi, sí un nacionalista alemán que amaba a su país y los aires y tradiciones de su tierra bávara. La posteridad no le perdonó que optara por quedarse en una patria mancillada por el nacionalsocialismo, contra el que aparentemente no se rebeló. Xavier Güell, con una enorme sensibilidad, es capaz de adentrarse en la personalidad del compositor y con afinada técnica —diálogo interior, recuerdos de conversaciones imágenes y experiencias— poner ante los lectores la peripecia del artista Strauss y la del ser humano que encarnó. 

La novela es sorprendente: muy bien escrita y muy bien planteadas las distintas escenas que la componen y que mantienen en vilo al lector. Escenas teatrales (pero muy naturales), llenas de vida y de conversación. Interesantísimas, inolvidables algunas. Strauss y Mahler conversando antes del estreno de La mujer silenciosa. Strauss charlando con Stefan Zweig —libretista de la mencionada ópera— sobre la situación de los judíos en Alemania; Strauss quería a Zweig como su mejor colaborador, pero la situación en Alemania no era propicia para tal colaboración. Strauss no podía coopera  con los nazis (aunque lo hiciera a regañadientes) e imponerles a un escritor judío como libretista. Strauss y Goebbels: conversación ominosa que parece estar sacada de la realidad. Strauss y su mujer, Pauline, una cantante de ópera que no se mordía la lengua, pero que es cauta cuando se trata de los nazis … Strauss y el miedo a las represalias que podía sufrir su nuera y sus nietos, de ascendencia judía… El ambiente de la novela está muy bien logrado y es absolutamente verosímil. Escenas que parecen reales, en salones, despachos o en parajes idílicos de Baviera… como si  Xavier Güell mismo habita estado allí. Una novela extraordinaria, una pieza literaria perfecta de un gran maestro.

A tono con el libro de Güell leemos el extraordinario trabajo de Alex Ross: Wagnerismo. Arte y política a la sombra de la música, en la excelente traducción de Luis Gago; el mismo que ha traducido los demás libros de Ross publicados en España: El ruido eterno y Escucha esto.

    La música de Wagner (y el mundo de Wagner y la mitología a él emparejada) ha tenido una alarga influencia en la cultura occidental ya desde antes de la muerte del compositor. Wagner atrajo a filósofos y artistas de todo tipo, así como a tipos tan nefastos como Hitler. En esta monumental «enciclopedia Wagner» se hace un repaso a la repercusión del gran compositor en el mundo después de él. Wagnerismo querido o inconsciente lo ve Ross en los declarados seguidores del maestro y de su música tanto como en artistas y escritores que sin saberlo recibieron su influencia. La música de Wagner, sus óperas y los mitos que entrañan han quedado en el inconsciente colectivo de Europa. Muy ameno y  bien traducido, este magnífico libro hará las delicias del lector ocasional tanto como las del lector que busque información sobre la influencia cultural de Wagner; dicha influencia está mucho más presente en la cultura de Occidente de lo que podríamos haber sospechado, de ahí la «utilidad» de este grandioso y apasionante tratado de «wagnerismo».  










jueves, 14 de octubre de 2021

 Hölderlin:     El poeta genial y malogrado

 [Artículo publicado en "Babelia" el 10 de abril de 2021]

 

 

Rüdiger Safranski

Hölderlin o El fuego divino de la poesía.

Traducción de Raúl Gabás.

Tusquets Editores, Barcelona, 2021, 332 páginas, 21 euros; electrónico, 9,99 euros.

 

Peter Härtling

Hölderlin. Una novela.

Traducción de Thomas Kauf.

Piel de Zapa, Barcelona, 2020, 514 páginas, 24 euros; electrónico, 8 euros.

 

Cartas filosóficas de Hölderlin

Edición de Helena Cortés y Arturo Leyte.

Estudio preliminar: El filósofo que no quería serlo.

La Oficina, Madrid, 2020, 200 páginas, 20 euros.

 

Luis Cernuda y Friedrich Hölderlin: traducción, poesía y representación.

Javier Adrada de la Torre.

Prólogo de Antonio Colinas.

Comares, Granada, 2021, 146 páginas, 16 euros.

 

 

En 2020 se celebró el 250º aniversario del nacimiento de Friedrich Hölderlin (1770-1843), el genial poeta alemán. Con ocasión de la efeméride, el filósofo y biógrafo Rüdiger Safranski publicó en Alemania la obra que ahora aparece en castellano. No viene sola, coincide con la reedición de la novela de Peter Härtling sobre la vida del poeta, con una selección de cartas filosóficas, y con un esclarecedor ensayo que analiza la traducción de Luis Cernuda de algunos poemas de Hölderlin.

 

 

             

Safranski es autor de elogiadas biografías, de SchopenhauerHeidegger o Goethe; esta vez presenta un libro que carece del apasionamiento de sus primeras obras y que parece escrito con desgana, sólo con ocasión del centenario; nada nuevo aporta sobre Hölderlin. En España contamos con otras biografías del poeta: Helena Cortés es autora de La vida en verso (Hiperión, 2014), una «biografía poética», muy grata de leer y bien documentada; Antonio Pau publicó en 2008: Hölderlin. El rayo envuelto en canción (Trotta). Nada envidian a la de Safranski. Éste refiere parcamente los hechos conocidos de la vida del personaje, sin profundizar; tampoco se adentra en su psicología; y da la impresión de que le parece superfluo o le causa hastío narrar lo que otros ya contaron con detalle. 

 

 

La vida del melancólico Hölderlin, exaltado y tierno, da mucho juego narrativo para un buen biógrafo. Así lo vio Härtling, quien en 1976 publicó Hölderlin. Una novela; en realidad, una biografía con algunos pasajes novelados. 

 



Peter Härtling: Hölderlin

 



Si olvidamos la cantidad de pequeñas erratas de esta edición de Piel de Zapa (que recupera la de Montesinos en 1986), la “novela” constituye un magnífico acercamiento a la figura de Hölderin. Es un relato denso y exhaustivo que también vivifica a los personajes que rodearon al poeta y los parajes en los que residió; sobre todo, revela con acierto el carácter de Hölderlin: niño concentrado y listo, joven atractivo y vigoroso, fogoso y espontáneo, sensible en extremo, y dotado de un talento excepcional para la poesía y el pensamiento. Sus años mozos, hasta que la demencia lo atacó en la treintena, transcurrieron entre amigos, amores estudios y poemas; y el resto de su vida estuvo enclaustrado en una casa con torre redonda, en Tübingen, a orillas del Neckar, sobreviviendo como un loco inofensivo, aporreando el piano y regalando poemas crípticos a las visitas. Härtling evita adentrarse en esos años de reclusión y se centra en los de lucidez; Safranski sí los aborda y va algo más allá de ellos al recordarnos a los «descubridores» del poeta, los románticos alemanes, o después, Nietzsche y Heidegger, que lo adoraban.

 

    

Antes de enfermar sin remedio, Hölderlin tuvo una vida agridulce. De familia acomodada, huérfano de padre a temprana edad, su madre se empeñó en que estudiara para párroco, contra su voluntad; él le daba largas a ocuparse de una parroquia y se ganaba el sustento como preceptor privado. Inteligente y estudioso, apasionado de las letras, conoció a figuras sobresalientes de la cultura alemana, Schiller o Goethe (quien apenas le hizo caso). Mantuvo gran amistad con los filósofos Hegel y Schelling, camaradas en el seminario de Tübingen (juntos iban para teólogos, y a la vez perdieron la fe en el Dios tradicional). Juntos fundaron el movimiento filosófico del idealismo alemán y se emocionaron con la Revolución Francesa. Hölderlin era hombre pacífico, pero sí fue revolucionario de espíritu y, como tantos jóvenes de su época, albergaba la idea de que, de la mano de unos líderes más honestos y sabios, llegaría para la humanidad una época definitiva de igualdad, fraternidad y libertad. Soñaba con gobiernos de hombres con cabeza, nada de déspotas, matones y descerebrados. Se desilusionó ante la crueldad sanguinaria de la Revolución, aunque se consoló pensando que los traidores a las grandes ideas sucumben, pero que éstas permanecen y que algún día serán realidad. 

 

    Vivió una época llena de cambios y contradicciones. Como visionario, en sus himnos elegíacos alertó de la crisis de la época moderna: un tiempo de transición que ha perdido a los dioses y la conciencia de lo sagrado, en el que el hombre se halla en peregrinación hacia la nada o hacia un nuevo renacer. Hölderlin lo llamó “el tiempo de la indigencia”, ése en el que los antiguos dioses han desaparecido, y los venideros, si es que los hubiere, no han llegado todavía.

        Aunque veía mayor hondura en la poesía que en la filosofía, tan atada a los conceptos, estudió filosofía con pasión, por ejemplo, a Kant. Helena Cortés y Arturo Leyte publicaron en 1990 su traducción de la Correspondencia completa de Hölderlin (Hiperión). De aquel volumen, hoy agotado, extraen algunas cartas en las que el poeta trata de filosofía. Es una delicia leer estas misivas emotivas y francas, en las que explica a su manera algunas cuestiones filosóficas.

 

        En cuanto a su vida afectiva, el hermoso Hölderlin enamoraba con facilidad a mujeres y hombres (a su amigo Sinclair), pero fue desgraciado. Se apasionó por una mujer con la que no podía casarse: Susette Gontard, madre de un niño del que fue preceptor. La única manera de poseerla fue literaria: la idealizó en la figura de Diótima, la amada de Hiperión, el héroe de la novela homónima, obra en prosa de Hölderlin y que es una de las más bellas de las letras germanas.

 

El amor imposible, la libertad nunca alcanzada, la república que jamás llega, la existencia inconsistente, todo ello contribuyó tal vez al advenimiento de la enfermedad que lo privó en vida de la lucidez que sí iluminó sus versos, como éstos que tradujo el sevillano Cernuda en 1935, ayudado por el filósofo germano Jean Gebser: “Mas no es dado a nosotros / tregua en paraje alguno;/ desaparecen, caen / los hombres resignados / ciegamente, de hora/ en hora, como agua/ de una peña arrojada/ a otra peña, a través de los años/ en lo incierto, hacia abajo”. Así es la condición humana según Hölderlin: sin dioses que los mimen, sin apoyos, frágiles, a los seres humanos sólo les queda el abismo de la existencia. 

 

 Luis Fernando Moreno Claros