Un libro que recomiendo vivamente es la hilarante y extraordinaria novela del escritor praguense
Jaroslav Hasek (1883-1923); me refiero a la obra maestra por excelencia de la literatura checa:
Los destinos del buen soldado Svejk durante la guerra mundial, conocida habitualmente en castellano como
Las aventura del buen soldado Svejk. La editorial
Acantilado la publica ahora con este título en una impecable traducción hecha desde el idioma original del veterano traductor
Fernando Valenzuela. Son 815 páginas de diversión asegurada; Svejk, con su aparente inocuidad, lo pone todos patas arriba, saca de quicio a los estirados mandos militares y enseña a vivir sin preocupaciones a sus camaradas en el escenario de la tormenta de acero de la I Guerra Mundial. Personajes entrañables lo acompañan en unas increíbles aventuras que la mayoría de las veces rozan el absurdo. Novela publicada en su época en forma de folletín, de ahí la frescura de sus capítulos y lo envolvente de las aventuras del buen soldado.
Rabelais y
Cervantes en la Centro Europa de la
I Guerra Mundial.
El sello editorial Salamandra publica estos días otra novela de la genial Irène Némirovsky: La presa. Siempre me han gustado las novelas de esta gran escritora judía y ucraniana, francesa de adopción. En ellas emerge el recuerdo de la mejor literatura francesa de todas las épocas: Maupassant y Balzac, por ejemplo; literatura de pasiones y psicológica. Leí con sumo gusto su extraordinaria Suite francesa; pero también El baile,
David Golder,
El ardor de la sangre,
El caso Kurílov (véase mi reseña en "Babelia" de esta novela
el 22.5.2010, pág. 15),
El maestro de almas, Los perros y los lobos…
La presa encantará a los lectores habituales de Némirovsky, y seguro que animará a leer más de esta autora a quienes la desconozcan. En esta novela imperan pasión, ambición, odio, traición; los sentimientos más genuinos hallan en las relaciones de estos personajes condenados al infierno de sí mismos su mejor expresión. Hay guiños al gran Balzac (
Las ilusiones perdidas) y sus personales atormentados, al
Bel ami, de Maupassant y, en cierta manera, también a
Las penas del joven Werther, de Goethe; en suma, a los más conspicuos representantes de la mejor literatura. Pero claro, toda la buena literatura trata de las pasiones, ¿de qué si no?