Tempus fugit, carpe diem |
A punto de terminarse 2013 rememoro en "Ciudad de Azófar" algunas de mis últimas lecturas de este año; me limitaré a reseñar un puñado de títulos con los que he disfrutado últimamente, que me han entretenido o gracias a los cuales he aprendido mucho. No llevo la cuenta de los libros que he leído durante el año, aunque seguro que son unos cuantos; leo mucho por afición aunque quizás más por exigencias de mi profesión; sin embargo, no me considero un lector "voraz" sino alguien inclinado desde niño a la lectura, medianamente apasionado en mi afición. También disfruto a menudo de temporadas sin libros… es decir, sin libros del todo no, pues vivo rodeado de ellos, pero sí de épocas en que dedico a la lectura menos tiempo del habitual… La verdad es que, para mí, sin libros sería muy difícil vivir … Lo mismo decía Nietzsche a propósito de la música, y Schopenhauer refiriéndose a su amor por los canes "¡Sin perros no podría vivir!" —exclamaba el viejo cascarrabias. Supongo que sin música, sin arte, sin amor, sin ocio… sin perros y sin gatos, quizás sí que pudiésemos vivir, pero sería un vivir sin fuste y sin lustre, tan sólo un malvivir. Tales cosas que algunos califican de "superfluas" o "inútiles" (ya veremos más abajo el libro de Nuccio Ordine), resultan ser las más importantes de todas, las cosas esenciales de nuestra vida, las que nos sostienen y nos impiden caer en el abismo de la desesperación y el abandono.
Pablo Martín Sánchez: El anarquista que se llamaba como yo. Acantilado, 2012.
El anarquista… |