Recomendamos dos libros de Friedrich Reck-Malleczewen. Uno, novedad en español y otro, publicado en España hace unos años. Ambos dignos de ocupar un puesto importante en una selección de literatura contra el totalitarismo:
En su extraordinario ensayo Castellio contra Calvino, Stefan Zweig realizó la radiografía psicológica del carácter totalitario en la figura del reformador protestante Juan Calvino, que impuso un régimen teocrático de terror en Ginebra, a mediados del siglo XVI. A causa del fanático Calvino ardió en la hoguera Miguel Servet, acusado de herejía. Zweig publicó el libro en 1936 con la mente puesta en Hitler.
Bockelson |
Hacia 1534, en la próspera ciudad de Münster, la llegada de predicadores anabaptistas desde los Países Bajos trastocó el orden cívico-religioso. Se hicieron con el gobierno, instauraron un régimen autárquico de terror y asesinaron a miles de inocentes. Los cabecillas de aquella revolución se llamaban Jan Matthys, panadero de Ámsterdam, y Jan Bockelson, sastre. Los secundaban adláteres de baja calaña, ilusos ideologizados, fanáticos inspirados por una mezcla de protestantismo religioso extremo y comunismo ideal primitivo. En apenas unas semanas proclamaron un nuevo “reino de Sión”, una “nueva Jerusalén” en la que sólo cabían los “elegidos”: adultos recién bautizados que esperaban acceder a un estado de pureza anterior al pecado original. Se creían “mejores” que aquellos no convertidos al anabaptismo, y más “puros”; a cambio se les exigía comunidad de bienes, absoluta transparencia en sus acciones, pensamiento único, colectivismo activo y fe ciega en los nuevos gobernantes, que se decían avalados por Dios.
El libro original alemán se titula Bockelson. A la muerte de Matthys su secuaz Bockelson se proclamó rey universal y se creyó su despótico papel. Nombró ministros y mandó embajadores a otras ciudades para convencerlas de la singularidad y superioridad del nuevo reino.
Malleczewen afirmó que el reyezuelo era un ser despreciable y que sólo por él no hubiera escrito el libro; le interesó más el delirante fenómeno colectivo que semejante loco generó. ¿Por qué personas cabales se dejaron dominar por un fantoche impune? El uso constante de la violencia para acabar con cualquier oposición fue determinante. Bockelson se rodeó de una guardia de hierro formada por matones iletrados, ávidos de ejercer los más atroces cometidos. Pero lo definitivo en su ascenso fue que una mayoría popular creyera en él: “Cuando se confunde con la multitud el hombre es un ser ilógico, y en los periodos de pánico, sumamente irracional y hasta infantil”—dice Malleczewen—. Los anabaptistas atacaban la corrupción generalizada, lo cual impresionó mucho a las masas. Apoyaron el resentimiento de los desfavorecidos y alentaron el odio a los poderosos “legítimos” con promesas de igualdad y redención.