Es un gozo leer a Giacomo Casanova. Historia de mi vida es una experiencia que no se olvida y de esas que queremos repetir varias veces a lo largo de la vida.
Giacomo Casanova dibujado por su hermano Francesco (alrededor de1750-1755) Aventuras de todas clases, amores y azares de todo tipo. |
Equiparable a la lectura de los más grandes autores —Proust, Thomas Mann o Nietzsche—, también la lectura de Casanova nos introduce en un mundo propio y deslumbrante, que nos engancha y nos atrapa para siempre.
Al adolescente que lea por primera vez Historia de mi vida (¿a propósito, habrá hoy algún adolescente que sepa embarcarse en tal empresa?) seguramente le llamará la atención la multitud de aventuras eróticas del apuesto y osado caballero de Seingalt; las aventuras de este género, deliciosas y divertidas, son medulares en la historia pero no lo son todo. Casanova no fue un vulgar Don Juan seductor de mujeres por deporte para apuntarse un tanto más en la agenda de la caza mayor. El sin par veneciano fue un refinado epicúreo, un amante dichoso que siempre quiso hacer dichosas a sus amadas; elegante y dulce —a veces también cómico— con sus enamoradas no podía apartarse de ellas sino con lamentos, pues sufría también separaciones y anhelos de lo más variopinto. Casanova fue un perpetuo enamorado para quien la vida carece de interés si no anda el amor de por medio y el placer que tal sentimiento entraña. Amor y vida son conceptos equivalentes, mientras que vivir y amar son estados idénticos.
En sucesivas lecturas —Historia de mi vida es una de estas obras que resiste muy bien el paso de los años del lector—, gran parte de las aventuras eróticas pasan quizás a un segundo plano y cobran mayor fuerza otras situaciones y aventuras del famoso veneciano. Por ejemplo, el extraordinario relato de su fuga de la prisión de los plomos, en Venecia, el episodio del duelo en Polonia; o sus incesantes deambuleos por Europa (incluida la ciudad de Madrid en tiempos de Carlos III, donde conoce al pintor Mengs, por ejemplo); sus aventuras en París, Viena, Praga, San Petersburgo (la lista de ciudades que visita y donde reside es larguísima), y la infinidad de personajes con los que se encuentra aportan una visión sumaria y personalísima de la Europa del Siglo de las Luces, de sus costumbres y ambientes, del modo de relacionarse socialmente y de la manera de sentir la vida. Todo lo que cuenta es interesante y mantiene viva la atención del lector, deslumbrado por tanto detalle, tanto corazón, gallardía y afán.
El carácter del personaje es algo que nos entusiasma e impregna. Es todo un ejemplo de vitalidad —¿a imitar? En algunos aspectos sí, en otros, habría que vivir todavía en aquel extravagante siglo XVIII— Casanova fue un amable bon vivant y un inocente libertino, pero a la par, hombre de carácter heroico y corazón noble. Pasaba de la fortuna a la pobreza con la inmediatez que un día rutilante de primavera da paso a la tormenta y al aguacero. Mas nunca preveía: vivía al día con generosidad y desprendimiento. Ayudaba a cuantos estaban a su alrededor (jamás soportó sin inmutarse hasta lo más hondo ver llorar a una mujer). Héroe solitario, siempre persiguiendo quimeras, ideando tretas y enamorado, se mostraba tan magnífico en las buenas épocas como en la adversidad. Confiaba en el azar, pero también en la Providencia. Filósofo errante, perseguidor del aquí con la esperanza de que el más allá le fuera leve. Por eso su vida siempre fue azarosa, holgada de casualidades y milagros.
El gran Giacomo Casanova fue un hombre que creía en su atractivo personal, de gran voluntad e inteligencia. Orgulloso de sí, sin complejos de ningún tipo, anhelaba y conseguía. Nietzsche (otro filósofo errante y ávido de conocerse a sí mismo) hubiera estado orgulloso de él como imagen de cierto Übermensch a la vez tan fieramente humano. En suma, quien no haya leído todavía esta obra magnífica, exuberante y ciertamente necesaria que corra de inmediato a buscarla.
En castellano es muy aconsejable leer actualmente Historia de mi vida en la fabulosa edición que Ediciones Atalanta publicó en 2009. La versión española es fiel a la mejor edición original en francés y la firma el gran traductor Mauro Armiño (Premio Nacional de Traducción); abre esta preciosa y cuidadísima edición un esclarecedor prólogo de Félix de Azúa. Son dos volúmenes, con cantidad de notas al pie utilísimas para el lector. El precio tal vez eche a alguien para atrás, mas la edición lo vale.
En mis tiempos jóvenes, cuando leí por primera vez las memorias de Casanova, circulaba una edición completa publicada por la editorial Aguilar (1982), traducción del francés de Gloria Camarero. Es una traducción solvente y clara. Es parca en notas al pie, pero se entiende. Todavía se encuentra en librerías anticuarias.
La extraordinaria Historia de mi vida de Casanova termina cuando el autor está al borde de los cincuenta años. Han pasado sus glorias de juventud y su vida empezaría a ser algo más apagada. El gran optimista que fue Casanova redactó sus memorias precisamente cuando su edad lo convertía en un hombre viejo y desangelado, aislado en un palacio inmenso que no era suyo, sino de su último protector, aterido por la soledad y el invierno perpetuo que lo rodeaba. Para quien quiera conocer qué viene después de las hazañas del venturoso amante y excelso gozador que fue el Casanova joven, Atalanta acaba de publicar un breve texto esclarecedor: Los últimos años de Casanova, de Joseph Le Gras y Raoul Vèze. El suplemento cultural "Babelia" del diario "El país" publicó una reseña mía de este libro el sábado 11 de mayo de 2013.
Dejo aquí el texto:
Algo más de bibliografía
El genial escritor austro-húngaro Arthur Schnitzler concibió un relato en el que el caballero de Seingalt es el protagonista; se titula "El regreso de Casanova", lo publicó Acantilado en 2000, traducido por Miguel Sáenz. Dejo aquí un enlace a una reseña mía publicada en el cultural de ABC sobre este estupendo relato.
Es obligado mencionar el extraordinario ensayo de Stefan Zweig sobre Casanova, incluído en su ciclo biográfico Baumeister der Welt. Una excelente traducción española es la de José Aníbal Campos para Backlist (Planeta), en 2008. Dejo aquí la referencia del libro: Stefan Zweig, Tres poetas de sus vidas (Casanova, Stendhal Tólstoi).
Por último, hay un libro muy recomendable y muy aleccionador que recoge lo que podría ser un ideario de Casanova, es una selección de máximas y anécdotas extraídas de la obra del gran Veneciano, muy bien escogidas por el experto casanovista Jaime Rosal: Giacomo Casanova: Máximas y anécdotas, traducción y estudio de Jaime Rosal, Comanegra, Barcelona, 2010.
Joven recostada. Seguramente representa a mademoiselle O'Morphy, amante de Luis XV gracias a la intercesión de Casanova. Pintura de Boucher (1751). |
En sucesivas lecturas —Historia de mi vida es una de estas obras que resiste muy bien el paso de los años del lector—, gran parte de las aventuras eróticas pasan quizás a un segundo plano y cobran mayor fuerza otras situaciones y aventuras del famoso veneciano. Por ejemplo, el extraordinario relato de su fuga de la prisión de los plomos, en Venecia, el episodio del duelo en Polonia; o sus incesantes deambuleos por Europa (incluida la ciudad de Madrid en tiempos de Carlos III, donde conoce al pintor Mengs, por ejemplo); sus aventuras en París, Viena, Praga, San Petersburgo (la lista de ciudades que visita y donde reside es larguísima), y la infinidad de personajes con los que se encuentra aportan una visión sumaria y personalísima de la Europa del Siglo de las Luces, de sus costumbres y ambientes, del modo de relacionarse socialmente y de la manera de sentir la vida. Todo lo que cuenta es interesante y mantiene viva la atención del lector, deslumbrado por tanto detalle, tanto corazón, gallardía y afán.
El carácter del personaje es algo que nos entusiasma e impregna. Es todo un ejemplo de vitalidad —¿a imitar? En algunos aspectos sí, en otros, habría que vivir todavía en aquel extravagante siglo XVIII— Casanova fue un amable bon vivant y un inocente libertino, pero a la par, hombre de carácter heroico y corazón noble. Pasaba de la fortuna a la pobreza con la inmediatez que un día rutilante de primavera da paso a la tormenta y al aguacero. Mas nunca preveía: vivía al día con generosidad y desprendimiento. Ayudaba a cuantos estaban a su alrededor (jamás soportó sin inmutarse hasta lo más hondo ver llorar a una mujer). Héroe solitario, siempre persiguiendo quimeras, ideando tretas y enamorado, se mostraba tan magnífico en las buenas épocas como en la adversidad. Confiaba en el azar, pero también en la Providencia. Filósofo errante, perseguidor del aquí con la esperanza de que el más allá le fuera leve. Por eso su vida siempre fue azarosa, holgada de casualidades y milagros.
Historia de mi vida, Atalanta, 2009 |
El gran Giacomo Casanova fue un hombre que creía en su atractivo personal, de gran voluntad e inteligencia. Orgulloso de sí, sin complejos de ningún tipo, anhelaba y conseguía. Nietzsche (otro filósofo errante y ávido de conocerse a sí mismo) hubiera estado orgulloso de él como imagen de cierto Übermensch a la vez tan fieramente humano. En suma, quien no haya leído todavía esta obra magnífica, exuberante y ciertamente necesaria que corra de inmediato a buscarla.
En castellano es muy aconsejable leer actualmente Historia de mi vida en la fabulosa edición que Ediciones Atalanta publicó en 2009. La versión española es fiel a la mejor edición original en francés y la firma el gran traductor Mauro Armiño (Premio Nacional de Traducción); abre esta preciosa y cuidadísima edición un esclarecedor prólogo de Félix de Azúa. Son dos volúmenes, con cantidad de notas al pie utilísimas para el lector. El precio tal vez eche a alguien para atrás, mas la edición lo vale.
En mis tiempos jóvenes, cuando leí por primera vez las memorias de Casanova, circulaba una edición completa publicada por la editorial Aguilar (1982), traducción del francés de Gloria Camarero. Es una traducción solvente y clara. Es parca en notas al pie, pero se entiende. Todavía se encuentra en librerías anticuarias.
Giacomo Casanova "Memorias", ed. Aguilar, 5 vols. |
Los últimos años de Casanova |
Joseph Le Gras y Raoul Véze
Los últimos años de Casanova
Edición
a cargo de Jaime Rosal
Atalanta, Vilaür (Girona), 2013,
144 páginas, 19 euros.
¿Qué fue del gran Giacomo
Casanova después de los trepidantes años de aventuras que narró en su
extraordinaria Historia de mi vida?
Los casanovistas Joseph Le Gras y Raoul Vèze se propusieron averiguarlo, y en
1929 escribieron el libro que Atalanta presenta ahora en esta excelente y
esclarecedora edición.
En 1773, cuando
termina el relato de sus peripecias conocidas, Casanova llegó a Trieste en una
maniobra de aproximación a su amada Venecia, de la que fuera proscrito hacía dieciocho
años, desde su famosa fuga de la prisión de Los Plomos. Las autoridades
venecianas lo perdonan y le permiten regresar a la ciudad de los canales, pero
allí constata que Venecia no volverá a ser la misma para él, y es que también
él ha cambiado. Quien fuera un agraciado varón en sus años mozos, ahora roza la
cincuentena y acusa los primeros rasgos de la incipiente vejez: las mujeres no
lo miran al pasar, el esplendor de su fogosa juventud se ha marchitado, sus
protectores de antaño hacen caso omiso de él o han muerto y tiene que ganarse
la vida como puede. No encuentra otra actividad que rebajarse a ejercer de
espía para los inquisidores, pero es una tarea que le disgusta y apenas le da
para subsistir. Tendrá que abandonar Venecia y de allí marchará a París, ciudad
que tampoco es lo que era para él. Tras otras tantas vueltas por Europa,
Casanova terminó asentándose en el castillo del conde de Waldstein, en Bohemia.
Allí, como bibliotecario, pasará los últimos años de vejez rodeado de
personajes extraños, y allí, entre otros escritos que culmina, se consagrará a
su particular recuperación del tiempo pasado (que no perdido) redactando su Historia de mi vida (Atalanta, 2009).
Los autores de este libro dan cumplida noticia
de aquellas últimas peripecias de Casanova, así como de los variados personajes
con los que se relacionó en sus años crepusculares, tales como el conde de
Ligne, Lorenzo da Ponte o la joven Cecilia de Roggendorf, último amor —sólo
epistolar— de quien fuera “el más grande de los filósofos aventureros” y de los
amantes. A esta joven de veinte años le mandó en 1779 el septuagenario
enamorado el breve Compendio de mi vida,
su última carta y uno de los dos apéndices que incluye este volumen,
imprescindible, en suma, para cualquier entusiasta del singular creador de una
de las obras más entretenidas de la literatura universal. Luis Fernando Moreno Claros
Algo más de bibliografía
El genial escritor austro-húngaro Arthur Schnitzler concibió un relato en el que el caballero de Seingalt es el protagonista; se titula "El regreso de Casanova", lo publicó Acantilado en 2000, traducido por Miguel Sáenz. Dejo aquí un enlace a una reseña mía publicada en el cultural de ABC sobre este estupendo relato.
Es obligado mencionar el extraordinario ensayo de Stefan Zweig sobre Casanova, incluído en su ciclo biográfico Baumeister der Welt. Una excelente traducción española es la de José Aníbal Campos para Backlist (Planeta), en 2008. Dejo aquí la referencia del libro: Stefan Zweig, Tres poetas de sus vidas (Casanova, Stendhal Tólstoi).
Por último, hay un libro muy recomendable y muy aleccionador que recoge lo que podría ser un ideario de Casanova, es una selección de máximas y anécdotas extraídas de la obra del gran Veneciano, muy bien escogidas por el experto casanovista Jaime Rosal: Giacomo Casanova: Máximas y anécdotas, traducción y estudio de Jaime Rosal, Comanegra, Barcelona, 2010.
1 comentario:
Qué bien sueña esa elegía de Casanova. También me gusta mucho. Me alegra compartir intereses.
Esteban
Publicar un comentario