La revista cultural miscelánea de literatura y pensamiento Letras libres publicó en el mes de mayo mi reseña de la monumental biografía de Ludwig van Beethoven, de Jan Swafford, publicada por la editorial barcelonesa Acantilado. Además del enlace a la reseña en Letras Libres, pongo a continuación el texto original que mandé a la revista:
Nueva vida de Beethoven
Beethoven.
Traducción de Juan Lucas
Acantilado, Barcelona, 2017, 1.456 páginas.
Beethoven |
Parecía difícil leer en castellano una biografía de Beethoven que superase la de Jean y Brigitte Massin (Turner, 2003), especialistas que reunieron con metódico rigor los documentos más relevantes del compositor de Bonn. Esta obrade Jan Swafford (Chattanooga, Tennessee, 1946), posterior a la citada, tiene una intención más narrativa y psicológica, y trata de comprender mejor al hombre que fue Beethoven. Además, da cuenta a grandes rasgos de las ideas que dominaron la época en la que vivió y con las que él armó su ideario. Beethoven fue un ilustrado antes que el romántico que quisieron ver en él críticos musicales como E.T.A. Hoffmann. Tampoco se olvida Swafford de caracterizar a los personajes más importantes que rodearon a Beethoven, de quienes traza vivas semblanzas. Asimismo, repasa de manera somera los acontecimientos históricos. Y, como no podía ser de otro modo en la biografía de un músico, comenta con profusión las singulares obras de Beethoven. Como profesor de musicología en el conservatorio de Boston y compositor, Swafford consagra páginas esclarecedoras a revelar la magia de las composiciones más señeras de Beethoven, aunque sin cargar al lector, puesto que sus explicaciones son amenas y comprensibles hasta para los no versados en música.
Así que en esta biografía —cuyo subtítulo es “Tormento y triunfo”—, muy bien traducida por el crítico musical Juan Lucas, el autor norteamericano presenta a un Beethoven muy personal sin por ello inventarse nada, pues sólo se basa en testimonios fidedignos.
Los rasgos de carácter del biografiado están claros desde el comienzo de la narración; enseguida sabremos que ya desde niño Ludwig van Beethoven (1770-1827) fue tosco y huraño, violento en sus sentimientos y en sus ademanes, aspectos que se agudizaron con el paso de los años. Fue un hombre de baja estatura, moreno —casi meridional—, de semblante más bien adusto; serio y poco dado a la jarana, al contrario que su padre, Johann, que era afable y amigo de juergas y terminó sus días destrozado por la bebida; en esto sí lo secundó el hijo, quien también fue un gran bebedor.
Gracias a la tozudez de este padre parrandero Beethoven se convirtió en un virtuoso musical. Johann, celoso del talento y las ganancias de Mozart, paseado por su progenitor Leopold por todas las cortes europeas cuando niño para que deslumbrase con su virtuosismo y ganase dinero, quiso también que el pequeño Ludwig fuera un superdotado que le llenase los bolsillos de oro. Con este fin el padre sometía a su vástago a duras jornadas de ejercicios al teclado; así, entre broncas y alguna paliza, afloró el talento innato que en verdad poseía el hijo. Sólo “mi infinito amor a la música —dirá años más tarde Beethoven—, me permitió superar esta dura infancia y sacar más tarde todo el jugo a los conocimientos tan duramente adquiridos”.