A mediados de septiembre llega a las librerías una nueva biografía de Stefan Zweig escrita por Luis Fernando Moreno Claros y editada por la barcelonesa editorial ARPA.
Artículo de Elena Matilla para «Ciudad de Azófar»
Ante este anuncio voy a ser cáustica y formularme algunas preguntas incómodas: ¿para qué una biografía de Zweig si lo mejor son sus obras? Esta es la primera pregunta que se harán muchos lectores. Y otra más: ¿Acaso no basta con saber que Zweig fue un autor superventas de la era de nuestros abuelos y que se suicidó en 1942? A mucha gente sólo le interesa saber eso de su vida.
El suicidio no lo hace más interesante que a otros autores y autoras que terminaron su vida voluntariamente (la escritora contemporánea de Zweig Virginia Woolf, por ejemplo, también se suicidó). Tampoco lo hace más interesante que sepamos los pormenores de su vida cotidiana, ni qué amigos tenía, ni si se llevaba bien o mal con las mujeres con las que se casó. Lo interesante, como decía (y dicen miles de lectores y lectoras), son sus obras.
Stefan Zweig fue autor de relatos, semblanzas biográficas, tres grandes biografías y numerosos artículos de prensa, así como de obras de teatro. Nació en 1881, la fama le sobrevino cuando iniciaba la cuarentena; así que no siempre fue un autor famoso. Antes de llegar al año 1922, cuando con el libro Amok. Relatos de pasión conquistó el corazón de incontables lectores y, sobre todo, de incontables lectoras, había escrito muchos otros libros, que no fueron tan famosos, pero que poco a poco contribuyeron a armarlo para la época de la gran celebridad.
Esto no lo sabe la mayoría de sus lectores. Por lo que ya tiene un punto de ventaja la biografía que comento.
Al período del Stefan Zweig joven, animado, desconocido y en camino de hacerse famoso dedica Moreno Claros muchas páginas. Y, como digo, es una ventaja de esta biografía. Cuantos creen que la fama de Zweig surgió de la noche a la mañana, podrán conocer el arduo trabajo preparatorio. Zweig no era ningún genio, sino un trabajador nato de la literatura, al que le costó llegar a la fama.
La afición por las letras del joven Zweig comenzó muy pronto: siendo un escolar amó los libros. Condición que parece necesaria para crear buenos escritores. Sin embargo, siempre odió la escuela («…lo único bueno que aprendí allí fue aprender a leer», dijo Zweig). Fuera de ella empezó a escribir poemas y pequeños relatos por gusto y afición; aunque cuando empezó a publicar, al final de la adolescencia, confesó que era algo que le encantaba, que nada le gustaba tanto como «el olor de la tinta impresa».
El joven Zweig, rico de nacimiento, pudo dedicar su vida a lo que le seducía y apetecía, y desde siempre, eso fue la literatura, el mundo de las historias y, al mismo tiempo, el mundo del arte. La Viena que le vio nacer fue una ciudad rica en experiencias artísticas, él se impregnó de todas, y dichas experiencias le formaron el gusto y animaron su afición.
Estudió Filosofía y alemán sin tener muchas ganas de ir a la Universidad, puesto que pensaba que para saber de letras no hace falta asistir a clases académicas. Pero por tener el título de "Doctor", que alegraría a sus padres, accedió a matricularse en la magna institución. Obtuvo el título de "Doctor en Filosofía", pero en cuanto lo ganó se olvido de él. Nunca pensó en dedicarse a enseñar. Su carrera vital estuvo bien elegida desde el principio: Zweig se dedicaría a escribir, el mundo de los libros era su mundo, a lo único que aspiraba era a abrirse camino en él…
No voy a contar aquí la trayectoria vital de Zweig, para eso está la biografía de Luis Fernando Moreno Claros, sólo diré que la lectura de esta me ha servido mucho para enriquecer mis lecturas de los libros de Zweig; saber de su vida y de sus desvelos como escritor me condiciona para leer sus obras de otra manera.
He vislumbrado cómo fue el hombre que estaba detrás de todas sus producciones, he comprendido el problema que llegó a suponer para él hacerse tan famoso. Porque Zweig, en realidad, era un hombre débil de carácter, lo abrumaba tanta fama, lo cansaba tanto trabajo de cara a la galería; una vez que se hizo famoso, en su fuero interno hubiera preferido seguir viviendo como antes de serlo.
Moreno Claros presenta un Zweig muy alejado del cliché de autor exitoso, pedantesco y pagado de sí mismo. Nada más lejos de la realidad del hombre Zweig; este era muy poco vanidoso; escribía porque le gustaba y le satisfacía el mundo de los libros, porque añoraba el arte y la creación y la literatura era el medio idóneo que él conocía y del que se servía para dar rienda suelta a sus ansias de creación intelectual. Zweig tuvo mucho éxito con sus obras, en principio, porque fue original en la manera de hacer las cosas que por que entonces también hacían otros escritores de su generación o algo mayores: véanse las obras de Thomas Mann, Arthur Schnitzler o Joseph Roth… Zweig supo ser original tratando los temas de la época: los conflictos entre hombre y mujer, las pulsaciones de muerte y de amor de la sociedad en la que vivió, o los análisis de la personalidad de los grandes creadores, otro tema que interesaba mucho en una época en la que se leían con sumo gusto biografías.
Zweig consagró su vida a la creación, pero sorprende que ni en sus escritos biográficos ni en sus cartas (dejó una ingente correspondencia epistolar) dedique comentarios a sus libros. ¿Por qué surgió tal y tal historia? ¿Qué la inspiró? ¿Hay una clave para interpretarla? El lector que busque conocer qué pensaba Zweig concretamente de sus libros, qué le movió a escribirlos, se lleva un chasco si lee su famosa autobiografía El mundo de ayer, porque allí apenas dedica comentarios a sus creaciones. Da la sensación de que las creaba sin haber pensado entes en ellas. En todo caso, nunca dejó reflexiones que dieran pistas al lector sobre por qué las escribió. La biografía que comento contextualiza las obras principales de Zweig y aporta claves para sus interpretaciones, claves que son de Moreno Claros, no de Zweig, pero ya digo, es que el vienés no dejó apenas nada sobre ellas.
Un libro así, sobre Zweig, hacía falta en el ámbito literario español, donde se leen las obras del austriaco siempre en traducciones exentas de comentarios. Sólo últimamente, la editorial madrileña Hermida Editores está publicando los relatos de Stefan Zweig con comentarios y notas al pie, en las atinadas versiones igualmente de Moreno Claros.
Zweig es ya un indiscutible clásico moderno. Sus obras se leen en todo el mundo otra vez, rescatadas desde hace unas décadas del limbo del olvido, por eso una buena biografía de su vida diluye los tópicos sobre su persona y los pone en el contexto del que parten, clarificándolos. Por ejemplo, Zweig no fue un luchador político, tal y como suele decirse en artículos o reseñas de sus libros. Sin embargo, cuando parte de Europa se rindió al nazismo, él escribió sus mejores obras como crítica y rebelión. Tampoco aceptó nunca el bolchevismo ni el fascismo en Italia. Vio con claridad qué significaban esos regímenes autoritarios: sobre todo, suponían una gran amenaza para la libertad de los ciudadanos. Y la libertad era para él el bien más preciado. Sin libertad no merecía la pena vivir. A Zweig se le considera un mártir del totalitarismo; en cierto modo es verdad, pero no fue menos mártir que otros tantos autores que se quitaron la vida ante la llegada de los nazis… sólo que él era más famoso que ningún otro y su gesto impactó en una Europa que veía con desánimo cómo triunfaba Hitler con su aparentemente imbatible ejército. Zweig no fue un héroe, sino un hombre que se vino abajo al ver cómo su mundo se deshacía en pedazos.
La muerte de Zweig no fue un buen ejemplo para sus contemporáneos, el escritor demostró no ser un gran optimista; más bien quedó como un pesimista amargado. Y cierto es que al cabo de su vida fue aprendiendo la decepción. Ilusionado con los libros y el mundo feliz de la gran cultura, vio cómo poco a poco ese mundo se le iba escapando de las manos. Con la llegada del antisemitismo a Alemania y Austria, fue testigo de cómo su mundo se deshacía. Tuvo que exiliarse y abandonar lo que más quería: sus libros y su patria, que era Europa entera. Con la persecución nazi a los judíos, no pudo volver a Berlín ni a París, ni a Viena… Le quedaban Nueva York, Río de Janeiro o la aislada y exótica Petrópolis… Pero ¿dónde estaban allí sus amados cafés literarios de Europa? ¿Dónde quedaban a esa distancia sus amigos, franceses, alemanes, austriacos e italianos?
Para colmo, Zweig se separó de su primera esposa, Friderike, y se casó con la débil Lotte Altmann, casi por obligación; Lotte estaba enferma de asma y sufría mucho con esa enfermedad… Acompañó a Zweig en su pesimismo y terminó acompañándolo a la muerte.
Todo esto lo cuenta Luis Fernando Moreno Claros en esta densa, esclarecedora y en suma excelente biografía (ARPA la pone a la venta el día 13 de septiembre de 2023). En octubre, la editorial Hermida publicará un nuevo volumen de relatos de Stefan Zweig, en traducción de Moreno Claros, acompañada también de un atinado epílogo:
Primera experiencia. Cuatro historias del país de los niños:
Este volumen apareció en 1911, en la editorial Insel de Leipzig, reunía cuatro relatos de Stefan Zweig:
«La institutriz», «Historia en el crepúsculo», «Ardiente secreto» y «Novelita de verano».