miércoles, 30 de septiembre de 2020

Algunas novedades literarias del otoño de 2020

Algunas novedades de este otoño de 2020.

Pese a la apestosa pandemia que cae sobre todos, las editoriales nacionales siguen valientemente su marcha. Dejo aquí un breve apunte de algunas novedades que han llegado a este blog durante estos días:

La editorial barcelonesa Acantilado publica Poder y resistencia, de Ilija Trojanow, una sustanciosa y estremecedora novela sobre los horrores del totalitarismo comunista. La traducción del alemán es del afamado traductor Roberto Bravo de la Varga.


Dos personajes, Konstantín y Metodi,  se erigen en símbolo respectivamente de la resistencia y del poder. Al término de la II Guerra Mundial, grupos denominados «antifascistas» ayudados por el Ejército Rojo de Stalin derrocaron al régimen dictatorial en Bulgaria. Así sentaron las bases para fundar la República Popular Búlgara, constituida en 1946 como un Estado satélite de la  Unión Soviética. El dominio comunista perduró con altibajos hasta la caída del muro de Berlín, en 1989. Poco después, se introducía el "capitalismo" en el país y los antiguos dirigentes comunistas fueron sustituidos por gobernantes en apariencia liberales y demócratas (pero «demócratas» occidentales). En esa época se promulgaron leyes que garantizaban a los antiguos presos políticos el acceso a las actas de los procesos que se les habían incoado durante el régimen comunista, a causa de los cuales fueron condenados a años de cárcel, presidio, vejaciones y torturas. 

Konstantín, un antiguo preso del régimen, acusado falsamente (como la gran mayoría de presos políticos) de atentar contra los intereses de la nación y del Estado, intenta conseguir las actas de sus procesos —cuál era la causa verdadera de  la acusación que pesó contra él— y descubrir a sus verdugos. Las peripecias con las que tropezará darán la pauta al lector de cómo fue el régimen que lo condenó y de cómo pervive la mentira en la «nueva normalidad» del país. Por otra parte, Metodi, un antiguo gerifalte comunista, tiene que enfrentarse también a su pasado (de carcelero y torturador) cuando un buen día aparece en su lujosa mansión una joven que dice ser hija suya: su madre habría sido una de las víctimas de Metodi… La historia de ambos personajes va intrincándose cada vez más y, con ella, va afianzándose la trama de la novela. Una novela que condensa la realidad cruel de aquellos años de miseria moral auspiciada por un régimen totalitario. 


Ayn Rand fue una autora que siempre odió los regímenes totalitarios y en sus célebres novelas alertó contra su fuerza destructiva. Deusto Ediciones está publicando la obra entera de Ayn Rand. Esta aguerrida mujer, escritora y filósofa, nacida en San Petersburgo y nacionalizada norteamericana (1905-1982), creó una filosofía de vida basado en ideales de heroísmo y responsabilidad individuales, así como una teoría política que casa mal con el colectivismo idealizado propalado por el comunismo. Ayn Rand desmontó las teorías colectivistas y totalitarias poniendo en guardia a la sociedad sobre los males que traen consigo: sin ir más lejos, la anulación del individuo y de la persona como criatura pensante y autónoma. Ayn Rand fue tildada de «fanática» del capitalismo y del individualismo. En 1936 publicó su aclamada novela Los que vivimos (muy divulgada en España en los años 60 en la célebre colección Reno, de Plaza & Janés); más adelante obtuvo grandes éxitos con obras como El manantial (1943) y La rebelión de Atlas (1957). 

Aparece ahora una novela temprana de Ayn Rand poco (o nada) conocida en el ámbito hispanohablante: Himno. Fue publicada en 1938. Un prólogo y un epílogo esclarecedores, además del facsímil de la obra con notas y marcas de la mano de la autora, consolidan una bella edición. 

Himno presenta una sociedad distópica en la que los individuos ya no cuentan; el yo personal, el ego (tal fue el nombre provisional de la novela antes de su publicación) queda diluido en favor del "nosotros" impersonal colectivo.

Una voz narrativa describe cómo es esa sociedad en la que se ha prescindido por completo del yo, en la que no existe libertad para el individuo, en la que un consejo de sabios momificados lo decide todo sobre todos. Rand adujo que no se planteó describir la situación de la Unión Soviética de manera abstracta, sino que iba más allá en su relato, y su crítica podía adaptarse a cualquier sociedad totalitaria… No quería radiografiar la esencia del totalitarismo soviético sino de todo totalitarismo; con ello, Rand creó una de las novelas distópicas más inquietantes de todos los tiempos; ¿metáfora de un futuro ya casi inmediato?


Otro libro de carácter muy distinto pero que es muy esclarecedor y, desde luego, cura de tentaciones totalitarias colectivistas y mesiánicas (o que debería curar) a poco que se adentre uno en us páginas, es Eso no estaba en mi libro de la Revolución Rusa, del profesor Javier Barraycoa Martínez, publicado por la editorial Almuzara


De una forma muy amena, escrito con suma claridad y con erudición divulgativa, el experimentado autor realiza un efusivo y exhaustivo trabajo de esclarecimiento. Los tópicos sobre la Revolución Rusa que todavía circulan por periódicos y revistas o que divulgan algunos admiradores acérrimos de aquella tragedia de doble cara caen por el empuje efectivo de las revelaciones de Javier Barraycoa. Hay muchas anécdotas sobre los líderes de la revolución, tan sangrienta y terrible como pocas. Nada escapa al escalpelo racional y erudito de del erudito autor: la mistificación de la revolución, y sus falsos presupuestos; la orgía de terror y crueldad que granjeó en la Rusia posterior a los zares. Los líderes: ¿quién fue de verdad el tan aclamado líder Lenin?; el vulgar y terrible Stalin, tan cruel y necio como Hitler. Un hombre manifestador y autoritario que lo único que hizo en su vida fue sembrar el mal. Las hambrunas y los genocidios a los que el régimen condenó a millones de ciudadanos. Las armas políticas utilizadas por los revolucionarios: las celebres 'purgas' de Stalin, el Gulag… Cárceles, torturas, exclusión y exterminios absolutos de cualquier disidente, fuera quien fuese. El ateísmo de la revolución que fue sustituido por inexplicables cultos esotéricos más nocivos que la religión popular que los revolucionarios se empeñaron en abolir (y que no abolieron nunca del todo). El extremismo radical de las revolucionarias que teorizaban sobre la condición  de las mujeres o del antisemitismo. En La Unión Soviética todo estaba planificado, todo controlado y todo era un desastre… Un libro estupendo para entender una vez más qué fue en realidad el régimen criminal comunista que se instauró en Rusia durante décadas y su nefasta influencia posterior (y presente) en tantas naciones. 

De la Rusia Soviética y su siglo  trata también la excelente biografía escrita por Alexandra Popoff sobre un hombre magnifico que en un principio creyó en las bondades del régimen comunista pero que finalmente se desencantó de él, y hasta sufrió persecución: el periodista y escritor Vasili Grossmann: lleva por título: Vasili Grossmann y el siglo soviético (Crítica).  El célebre autor de la inmensa novela Vida y destino y de otra gran novela de denuncia estalinista Todo fluye es visto sin prejuicios por su biógrafa, con suma objetividad y, desde luego, con admiración. El «Tolstói soviético», lo llama la autora. En verdad la gran epopeya de Grossmann Vida y destino puede compararse a Guerra y paz, de Tolstói (reseña en "Babelia" de esta novela).


Vasili Grosmann (1905 -1964) se formó como ingeniero pero abandonó su trabajo en los años 30 del pasado siglo para dedicarse en exclusiva a escribir, primero como periodista. Cuando estalla la Segunda Guerra trabajó como corresponsal de guerra del Ejército Rojo. Fue famoso entre las tropas por sus crónicas llenas de vida y acción de las batallas de Moscú, Stalingrado, Kursk y Berlín (desde donde cubrió las información del fin de la guerra). Fue uno de los primeros periodistas en descubrir en persona el horror de los campos de exterminio nazis. Sus testimonios escritos sobre el horror de Treblinka, una vez liberado el campo, sirvieron como pruebas criminales en los juicios de Núremberg. Grossmann, judío también él, perdió a su madre masacrada por los nazis. Después de la Segunda Guerra Mundial la fe de Grossmann en el régimen soviético mermó y se trocó en desconfianza. Nunca entendió el giro antisemita que dio el Estado soviético, auspiciado por Stalin y sus secuaces. Tampoco pudo comprender las masacres estalinistas (¡matar de hambre a tantos pueblos que habían creído en él!). Aunque Grossmann no sufrió arresto por parte de las autoridades sí que se lo silenció y sus dos obras maestras fueron censuradas por «antisoviéticas». La policía política del régimen, el KGB, impidió su publicación. Hasta mucho después de la muerte de Grossmann no pudieron ver la luz, y lo hicieron en Occidente una red de disidentes clandestinos. Hasta 1988 no apareció en Rusia Vida y destino, alcanzando un gran éxito. 


De las persecuciones de judíos por parte del régimen criminal de Hitler trata la polémica novela del joven escritor alemán Takis WürgerStella, editada por la editorial Salamandra en traducción de Ana Guelbenzu. Ha causado una enorme polémica en Alemania a causa de la manera novelada y hasta «frívola», según dicen, de tratar un asunto espinoso basado en casos históricos reales. Stella es el nombre de una mujer que vivió en Berlín realmente y que, empujada por las circunstancias —sus padres estaban en manos de la Gestapo— se dedicó a denunciar a judíos alemanes escondidos. Ella fue la causante de que familias enteras fueran deportadas a los campos de concentración y de que la mayoría de sus miembros fuera exterminada. 

Pero la realidad es una cosa, y otra, cómo la cuenta la novela de Würger. De manera muy cinematográfica —la historia está pensada más en una sucesión de imágenes fílmicas que en una sucesión de hechos descritos—, se narra la historia de un joven suizo, Friedrich, hijo de familia acaudalada, que llega a a Berlín en 1942, cuando la ciudad está inmersa en su segundo año de guerra mundial. Allí reina la escasez, dominan Hitler y la Gestapo, los torturadores andan sueltos por los bares de alterne y por las grandes avenidas y los cafés, y el mercado negro funciona de maravilla para la gente que tiene dinero y puede costearse los caprichos más caros. Friedrich queda obnubilado por la ciudad, y ya el primer día, a raíz de asistir a una clase de dibujo —el muchacho pinta y se supone que es artista, o quiere serlo; pero en realidad es sólo un diletante—, ya el primer día, decíamos, conoce a Stella (al principio con otro nombre). Ésta es una chica rubia y aria en apariencia, porque en verdad resultará que es judía. Ambos jóvenes comienzan una historia de amor, viviéndola a todo lujo en el hotel berlinés en el que no falta de nada gracias a la fortuna del joven aprendiz de artista. Friedrich está intrigado porque ha oído decir que por las noches recorren la ciudad camiones secretos y se llevan a los judíos berlineses hacia no se sabe dónde… Le intrigan también los secretos de su novia. Ésta desaparece misteriosamente unos días y luego regresa con signos de tortura, ¿qué ha pasado?




En suma, la novela se deja leer (excelente traducción de Ana Guelbenzu), pero es difícil olvidarse mientras se la lee de que en verdad el autor quiere que veamos una película un tanto excesiva y como hecha ad hoc para contar una historia que resulta ciertamente inverosímil. Hay un leve recuerdo a Adiós Berlín y a la película Cabaret, pero la exageración de esta novela mata el encanto que sí tenían aquellas obras, mucho más incitantes e insinuantes que siniestras.  Stella no es una buena novela. Los personajes son clichés cinematográficos, la historia es retorcida, el protagonista es demasiado bobo; la chica delatora de judíos es poco creíble (en la realidad lo fue, y muy letal)… No obstante, a los amantes de Tarantino o de la literatura pseudo-culta basada historias de nazis y del holocausto es posible que les guste. 


Mucho más convincente en su estilo y hechura es la novela El segundo jinete (Maeva) de la austriaca Alex Beer, una joven promesa de la literatura negra, inserta sin ocultación en la estela del escocés Philipp Kerr y el alemán Volker Kutscher.           

Como ellos, también Beer inventa un detective enclavado en una época histórica rebosante de conflictos y contrastes; esta vez no es Berlín, sino la Viena de 1919. El ambiente en el que se desarrolla la acción recuerda mucho al Berlín de los años veinte del pasado siglo de Kutscher, y el detective creado por Beer recuerda al detective Bernie Gunther, de Philipp Kerr, salvando las distancias, claro, y unas «distancias» no muy largas. También el nuevo detective August Emmerich vive en una realidad personal trágica: cree que tiene una familia, pero esa ilusión se esfuma rápidamente cuando el marido verdadero de su compañera sentimental regresa del frente desuñes de haberle dado por muerto durante años. Aparte de ocuparse de su abrumadora situación personal, Emmerich tiene que resolver el caso de unas misteriosas muertes; puesto en faena dará con el recuerdo de horribles crímenes de guerra en la Primera Guerra Mundial y con una supuesta venganza. El abrumado, pero probo e inteligente detective lleva a cabo sus pesquisas en aquella aterradora Viena ahíta de hambre, deslomada por la disolución del Imperio Austro-Húngaro. La historia es muy entretenida, al uso de este tipo de historias, y abocada probablemente a ser éxito de ventas entre los amantes del género. 










  

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