lunes, 1 de junio de 2020

Panorama de ideas desquiciadas: Jean-François Braunstein

Panorama de ideas desquiciadas




Este libro trata de tres temas generales que hoy están de moda en occidente: género y sexo, derechos de los animales y eutanasia. Desde los años sesenta y setenta del pasado siglo, profesores de filosofía y psicólogos norteamericanos publicaron trabajos sobre estos asuntos, e impartieron clases universitarias en las que se debatían cuestiones tales como si el sexo determina el género o sucede al revés; si los animales son equiparables a los seres humanos en todo; o si es un derecho fundamental de la persona morir bien cuando ya no se puede vivir dignamente. 
La filosofía se ha vuelto loca
         Las ideas de algunos de esos filósofos y filósofas que entonces empezaban a despuntar han ganando enorme influencia en la sociedad actual. Nombres como el de Peter Singer o Martha Nussbaum son conocidos hasta por quienes no se interesan en la filosofía. Menos lo son John Money, Judith Butler o Tom Regan, y sorprende conocerlos, porque estos pensadores, dejándose llevar por su afán racionalista, lógico y científico, han producido ideas que causan verdadero espanto a quien tiene la paciencia y el valor suficientes para ponderarlas críticamente. 
         El filósofo francés Jean-François Braunstein (1953) —profesor en París, especialista en filosofía de la ciencia, en concreto, en filosofía de la medicina y ética médica— repasa las teorías de estos nuevos popes del pensamiento relacionadas con los tres temas mencionados al inicio. Además de los «animalistas» y de los teóricos del final dulce de la vida, destacan también algunas filósofas, férreamente feministas, cuyo mayor interés intelectual y vital  consiste en determinar y clarificar la variedad de alteridades sexuales que comienza a definirse en la sociedad, porque cierto número de individuos se siente en desacuerdo con su sexo biológico; según estas pensadoras, ya no cabe hablar de dos sexos, sino de múltiples géneros que definen lo que cada ser humano «quiere ser» desde el punto de vista sexual: homosexual, bisexual, transexual, asexual, etc. Así, pronto habrá tantos géneros como «colectivos» se fundamenten en la misma afinidad o fobia sexual.   
         Braunstein presenta con esta especie de bestiario intelectual un panorama de ideas que, en su opinión, son absurdas y contrarias al humanismo clásico, pero que de un modo igualmente absurdo están calando en el imaginario social.
Un botón de muestra: ahora se descubre lo ya sabido desde milenios, que los animales son «sensibles»; pero lo novedoso es colegir de ello que también son «humanos», y que deberíamos tratarlos como a tales (según esto, podríamos casarnos legalmente con un perro). Asimismo, se ve razonable facilitar la muerte a personas que ya no disfrutan de una vida placentera; pero lo que en un principio se pensó como solución piadosa para acortar los padecimientos de enfermos terminales, pensadores como Singer y sus seguidores lo han llevado a extremos deductivos peligrosos; tanto, que han coincidido con  el nazismo y la eutanasia selectiva.
         Braunstein es riguroso en sus críticas —no exentas a veces de cierta guasa—, y la visión que ofrece es desoladora. Lo preocupante es que ideas tan descabelladas se vean como progreso moral y terminen por condicionar la realidad en forma de «corrección política», sin ir más lejos. «El sueño de la razón produce monstruos», reza la rúbrica del célebre aguafuerte de Goya, y algunos filósofos y filósofas actuales producen engendros aún más dañinos, cabe añadir tras la lectura de este excelente ensayo, tan original como valiente. 
Luis Fernando Moreno Claros


2 comentarios:

Luis Tovar dijo...

Buenos días.

No he leído el libro de Braunstein, pero, a tener de los comentarios que veo en esta reseña, me da la impresión de que el autor no representa fielmente lo que pretende criticar. Por ejemplo, me gustaría apuntar una observación respecto de la parte del texto que dice así:

[...] ahora se descubre lo ya sabido desde milenios, que los animales son «sensibles»; pero lo novedoso es colegir de ello que también son «humanos», y que deberíamos tratarlos como a tales (según esto, podríamos casarnos legalmente con un perro).

El animalismo no defiende que podemos casarnos legalmente con un perro. Esa conclusión es tan absurda como la de suponer que el humanismo defiende que podamos casarnos con una niña. La idea central del animalismo es que todo animal sintiente merece igual consideración respecto de sus intereses. Así, los intereses de un perro deben ser considerados igualmente a los de un ser humano. Esto no no quiere decir que un perro deba ser tratado exactamente en el modo en que tratamos a un ser humano. La igual consideración de los intereses de un perro no equivale a que el perro tenga derecho a votar o a conducir, puesto que un perro no tiene interés alguno en hacer tales cosas. Pero sí significa que debemos considerar el interés del perro en no sufrir de forma igual al interés del ser humano en no sufrir. Además del interés en no sufrir, todo ser sintiente tiene un interés en continuar existiendo. La muerte representa un daño para un animal tanto como lo es para un ser humano; así pues su interés en evitar el daño debe ser considerado igual que el mismo interés que tiene un humano en evitar el daño.

Me parece que el libro de Braunstein es una fuente poco fiable para conocer realmente aquellas ideas que critica. Sospecho que el autor hará algo similar con el resto de pensamientos que analiza en su libro. Por eso, me atrevo a sugerir otros textos para conocer de primera mano la filosofía del animalismo:

https://www.culturamas.es/2014/06/15/hacia-una-etica-animalista/

http://enfoqueabolicionista.blogspot.com/2005/06/nuestra-hipocresia.html

https://www.elsaltodiario.com/el-rumor-de-las-multitudes/el-trato-a-los-animales-no-humanos-una-consideracion-moral

Un saludo.

Luis Fernando Moreno Claros dijo...

Estimado Luis: Muchas gracias por su comentario, que sin duda ayudará a los lectores de este blog a dialogar y a informarse más a fondo sobre el asunto que usted plantea. Braunstein lo que intenta en su libro es ridiculizar a ciertos filósofos (y filósofas), sobre todo en Norteamérica, que llevan sus deducciones lógicas hasta extremos absurdos. No pretende criticar lo que ya sabemos todos desde hace decenios: derechos de las mujeres, derechos de los animales, derecho a cambiar de sexo… etc. Ridiculiza lo que considera ridículo, sobre todo ese afán racionalista que lleva precisamente a algún filósofo lumbrera a afirmar con toda seriedad que los animales son «humanos», y que en efecto uno puede casarse con ellos igual que dejarles una herencia. Nada reprocha a los animalistas ni a las feministas de buena fe. El tema es espinoso. Lea el libro y se convencerá de que Braunstein sólo pretende manifestarse en contra de ese ridículo al que muchas veces conduce la argumentación estrictamente racional, como le digo. En el libro se dan nombres concretos y se citan textos de obras, tal cual, literalmente. Ahí no he visto engaño (aunque no me he molestado en recurrir a los originales en inglés). A mí me parece que el libro sí alcanza su objetivo; el primero es provocar debates sobre estos temas y considerar dónde están los límites. Gracias de nuevo por su intervención y saludos cordiales.