Se publica en España el breve ensayo del escritor francés «ultrapesimista» Michel Houellebecq En presencia de Schopenhauer.
Houellebecq-Schopenhauer |
Al igual que Friedrich Nietzsche, Thomas Mann o el
austríaco Thomas Bernhard, también el provocador escritor francés Michel Houellebecq (1958) quedó fascinado por su encuentro con la obra de Arthur Schopenhauer,
allá por la primera mitad de los años ochenta del siglo XX. El autor de novelas
tan pesimistas y nihilistas como El mapa y el territorio, Plataforma o la
más reciente Sumisión, vio en el
filósofo alemán un alma amiga, desasosegada por la búsqueda de la verdad y
desengañada de los seres humanos. Las implacables reflexiones de Schopenhauer
sobre los dolores del mundo, nacidos del deseo insaciable que es la fuente y la
esencia de todas las cosas pero también la causa del dolor, o sus explicaciones
de las bondades del arte como narcótico contra el sufrimiento, le causaron una gran conmoción intelectual.
Este
breve ensayo —bien vertido al castellano por Joan Riambau— nació del intento de Houellebecq de
traducir a Schopenhauer al francés. Seleccionó algunos pasajes favoritos de sus
obras y los glosó con suculentos comentarios, someros, pero profundos.
Houellebecq da en el clavo con sus claras interpretaciones, que sirven tanto para
los duchos en este filósofo como para los neófitos, quienes seguro que después
de leer estas páginas correrán a buscar Elmundo como voluntad y representación, la obra señera de Schopenhauer, o Parerga y paralipómena —que contiene los
célebres “Aforismos sobre el arte de saber vivir”—, más asequible.
Schopenhauer
sostuvo que la existencia es sufrimiento, e igualmente que la contemplación
estética de las cosas y los hechos del mundo nos asegura un estado de beatitud
que aleja los males causados por el tremendo hecho de vivir. El arte es
liberador, logra que, gracias a la contemplación de la belleza, olvidemos los pesares,
o bien transforma éstos de tal manera que nos compensa con placer y deseos de
acciones buenas y sensatas. Houellebecq admira esta visión estética tan
prometedora, “tan simple como profundamente original”, asegura.
Explica
después el concepto de “voluntad”, que debe entenderse “alejado del
psicologismo”. La voluntad, según Schopenhauer, es el sustrato íntimo
intangible que da cohesión a la totalidad de las cosas y los seres del mundo.
Desde la ley de la gravedad hasta el eterno devorarse sin sentido de unas
especies a otras en el que consiste la vida animal, “todo es voluntad”. Y tanto
las grandes tragedias colectivas como las adversidades individuales tienen que
ver con este oscuro concepto definido como deseo infinito anhelante de
satisfacción; Freud se inspiró en esa fuente para crear sus concepciones del
“ello” y el inconsciente.
Y cómo no,
el autor francés, misántropo irredento, elogia finalmente del filósofo alemán
el orgullo con el que proclamó que la mayor riqueza del hombre de genio radica
en su propio interior; el goce que emana de sí —afirmaba Schopenhauer— se
asemeja “al cálido refugio invernal en medio de la gélida noche del mundo”.
Sostenía que, a tenor de la necedad que reina por doquier en la sociedad, desde
siempre las personas excelsas, toda vez que sus necesidades básicas estén
cubiertas, se consagraron a ocupaciones sin utilidad aparente, pero que
impulsan el saber y el avance de las ciencias y las artes; pues el trabajo
intelectual es el cénit de la felicidad. Así se salvó Schopenhauer de la
depresión pesimista, y así parece ser que se salva Houellebecq de la pesadumbre
de sí mismo. L.F.M.C.
1 comentario:
Schopenhauer desde luego se adelantó al menos un siglo a la consideración de la condición humana del hombre moderno. Su análisis es tan certero, moderno y universal que es difícil no identificarse con lo que dice este pensador.
Pero aun manteniendo su legado como básico en nuestra mochila, deberíamos ir más allá. Conocer para adoptar una actitud moral, y no para estar compadeciéndose y lloriqueando todo el día por cómo la vida es. Ir más allá de ese pesimismo enemigo de la vida. Considerar que a pesar de toda su dureza, angustia y sufrimiento, vivir es un regalo, un privilegio que, con respecto a los que no han nacido, nosotros somos afortunados de poder experimentar y gozar (en la medida en que se pueda).
Gracias por dar a conocer este título.
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