Gregor von rezzori en París, 1996 |
El experto traductor José Aníbal Campos me recuerda que el pasado día 13 del mes de mayo se cumplieron 100 años del nacimiento del escritor Gregor von Rezzori (1914-1998), y bien merece que lo recordamos, aunque sea brevemente, en "Ciudad de Azófar".
Nació en Czernowitz (Bucovina), aunque su aristocrática familia era de origen italiano. Aquel año de 1914 todavía existía el imperio Austro-húngaro, que se disolvería con el fin de la I Guerra Mundial. Rezzori todavía vivió algo de su pasado esplendor. Parte de su obra rinde homenaje al recuerdo de aquel abigarrado mundo centroeuropeo.
En España es un autor poco conocido, aunque es muy apreciado por los lectores que lo descubren. Para quien quiera acercarse a su obra es muy recomendable su novela Memorias de un antisemita. En castellano la tenemos en la extraordinaria traducción castellana del escritor y periodista mexicano Juan Villoro (Anagrama, 1988, reeditada en 2014). Esta es una novela a la altura de las mejores de los grandes escritores centroeuropeos —Roth, Musil, Schnitzler—; culta, intensa, irónica; magistralmente escrita y, asimismo, provocadora por su notable ausencia de tabúes en todos los sentidos: psicológicos, sociales y sexuales. El protagonista rememora cinco encuentros significativos en diversas etapas de su vida con distintas personas judías. Cada encuentro constituye un relato lleno de peripecias, reflexiones y matices; y el conjunto servirá al elegante Rezzori —quien a menudo se muestra muy crudo cuando rememora sus encuentros con mujeres— para mostrarnos el sentir y el obrar típico de los "arios" de centroeuropa en relación con los judíos.
La inmensa Irène Némirovsky también ahondó en el alma, los rasgos y costumbres de los judíos europeos, desde el rico cosmopolita hasta el más humilde de los ropavejeros; Rezzori me recuerda a ella en algunas de sus observaciones, irónicas o no, y a menudo grotescas. Pero las novelas de Némirovsky son de otro cariz. Tanto a la autora de David Golder y Los perros y los lobos (ambas en Salamandra) —relatos críticos con los judíos— como a Rezzori se les ha acusado de sembrar cizaña por su visión subjetiva de ciertas peculiaridades del ser de los judíos; sin embargo, ambos los comprendieron bien y esa recriminada subjetividad ni siquiera es extrema sino que coincide con ideas comunes de la época; Rezzori reflexionó sobre los judíos teniendo siempre en cuenta la inmensa tragedia del Holocausto, y la genial Némirovsky, a pesar de su talento y su amor por la vida, murió gaseada en Auschwitz.
Anagrama ha publicado otras dos novelas de Von Rezzori: Un armiño en Chernopol y Flores en la nieve. Junto con la mencionada Memorias de un antisemita forman La gran trilogía, que Anagrama publicó en un solo tomo en 2009.
La gran trilogía reune tres obras eminetemente evocadoras y memorialísticas. Para conocer a otro Rezzori menos centrado en sus experiencias de infancia y juventud recomiendo la lectura de tres novelas cortas que acaban de aparecer en la editorial Sexto Piso, en la excelente traducción de José Aníbal Campos y reunidas bajo el título de: Sobre el acantilado y otros relatos.
Sorprenderán estas tres Novellen enjuniosas y muy bien trabadas. Perspicacia, finura psicológica, ironía y profundidad es lo que las caracteriza, aunque también tienen mucho de grotesco y esperpéntico, además de aceleradas dosis de crueldad. Aunque Rezzori es un escritor original e incomparable, hay momentos en los que, mientras leo estos relatos, me vienen a la mente ciertos ambientes y circunstancias que resuenan a Thomas Bernhard… En Rezzori no hay reiteraciones, esas que tanto me gustan en Bernhard —y que tantos autores imitan sin lograrlo—; pero sí que encontramos cierta preponderancia de lo exagerado y grotesco en la manera de ser de los personajes y en sus acciones.
Nació en Czernowitz (Bucovina), aunque su aristocrática familia era de origen italiano. Aquel año de 1914 todavía existía el imperio Austro-húngaro, que se disolvería con el fin de la I Guerra Mundial. Rezzori todavía vivió algo de su pasado esplendor. Parte de su obra rinde homenaje al recuerdo de aquel abigarrado mundo centroeuropeo.
En España es un autor poco conocido, aunque es muy apreciado por los lectores que lo descubren. Para quien quiera acercarse a su obra es muy recomendable su novela Memorias de un antisemita. En castellano la tenemos en la extraordinaria traducción castellana del escritor y periodista mexicano Juan Villoro (Anagrama, 1988, reeditada en 2014). Esta es una novela a la altura de las mejores de los grandes escritores centroeuropeos —Roth, Musil, Schnitzler—; culta, intensa, irónica; magistralmente escrita y, asimismo, provocadora por su notable ausencia de tabúes en todos los sentidos: psicológicos, sociales y sexuales. El protagonista rememora cinco encuentros significativos en diversas etapas de su vida con distintas personas judías. Cada encuentro constituye un relato lleno de peripecias, reflexiones y matices; y el conjunto servirá al elegante Rezzori —quien a menudo se muestra muy crudo cuando rememora sus encuentros con mujeres— para mostrarnos el sentir y el obrar típico de los "arios" de centroeuropa en relación con los judíos.
La inmensa Irène Némirovsky también ahondó en el alma, los rasgos y costumbres de los judíos europeos, desde el rico cosmopolita hasta el más humilde de los ropavejeros; Rezzori me recuerda a ella en algunas de sus observaciones, irónicas o no, y a menudo grotescas. Pero las novelas de Némirovsky son de otro cariz. Tanto a la autora de David Golder y Los perros y los lobos (ambas en Salamandra) —relatos críticos con los judíos— como a Rezzori se les ha acusado de sembrar cizaña por su visión subjetiva de ciertas peculiaridades del ser de los judíos; sin embargo, ambos los comprendieron bien y esa recriminada subjetividad ni siquiera es extrema sino que coincide con ideas comunes de la época; Rezzori reflexionó sobre los judíos teniendo siempre en cuenta la inmensa tragedia del Holocausto, y la genial Némirovsky, a pesar de su talento y su amor por la vida, murió gaseada en Auschwitz.
Anagrama ha publicado otras dos novelas de Von Rezzori: Un armiño en Chernopol y Flores en la nieve. Junto con la mencionada Memorias de un antisemita forman La gran trilogía, que Anagrama publicó en un solo tomo en 2009.
La gran trilogía reune tres obras eminetemente evocadoras y memorialísticas. Para conocer a otro Rezzori menos centrado en sus experiencias de infancia y juventud recomiendo la lectura de tres novelas cortas que acaban de aparecer en la editorial Sexto Piso, en la excelente traducción de José Aníbal Campos y reunidas bajo el título de: Sobre el acantilado y otros relatos.
Sorprenderán estas tres Novellen enjuniosas y muy bien trabadas. Perspicacia, finura psicológica, ironía y profundidad es lo que las caracteriza, aunque también tienen mucho de grotesco y esperpéntico, además de aceleradas dosis de crueldad. Aunque Rezzori es un escritor original e incomparable, hay momentos en los que, mientras leo estos relatos, me vienen a la mente ciertos ambientes y circunstancias que resuenan a Thomas Bernhard… En Rezzori no hay reiteraciones, esas que tanto me gustan en Bernhard —y que tantos autores imitan sin lograrlo—; pero sí que encontramos cierta preponderancia de lo exagerado y grotesco en la manera de ser de los personajes y en sus acciones.
Para quien desee saber mucho más de Rezzori y su obra hay que acudir al estupendo número 160 que la revista mexicana "Crítica" dedica a la figura y la obra de este autor. Es un número a todas luces sobresaliente, de los que hay que guardar. He aquí la portada y el enlace.
Revista "Crítica" |
Como podrá comprobarse, artículos de firmas tan prestigiosas como Claudio Magris, Elie Wiesel, Emmanuel Carrère o Jorge Herralde, Juan Villoro y el propio José Aníbal Campos se alternan con textos del propio Rezzori.
La otra gran revista cultural hispano mexicana "Letras libres" también dedicó en su número de mayo de 2014 un dossier a Rezzori. (Enlace) Vale la pena leer los fragmentos titulados "Murmuraciones del un viejo", un libro que ojalá veamos pronto en castellano.
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Memorias, 1891-1967 |
Aparte de recordar al gran Gregor von Rezzori estos días de agosto con este extraordinario número especial de la revista "Crítica" y los relatos editados por Sexto Piso, leo además las impresionantes memorias del escritor y periodista soviético Iliá Ehrenburg: Gente, años, vida, publicadas recientemente por la barcelonesa editorial Acantilado. Este libro supone una gran fiesta para los historiadores del siglo XX y un fastuoso festejo también para todos cuantos estamos interesados en el recuerdo de sus dramáticos avatares y la remembranza de tantos nombres propios señeros de nuestra cultura: artístas, políticos, militares, líderes varios. Ehrenburg viajó por toda Europa en los convulsos años treinta, cuarenta y cincuenta del pasado siglo. Fue testigo de infinidad de acontecimientos relacionados con la cultura y la barbarie del siglo; trató a grandes intelectuales y artistas y participó en revoluciones y guerras. Sus convicciones políticas lo acercaron al comunismo y al régimen de Stalin, para el que tampoco ahorró críticas incluso con peligro de su vida. Fue un personaje peculiar, de llamativa honestidad para consigo mismo, aunque a la vez, un escurridizo sobrevivinte.
Al inapreciable trabajo de la gran traductora Marta Rebón debemos este extraordinario trabajo que es merecedor de todos los premios que se otorgan en España e Iberoamérica a los traductores. A la misma traductora hemos de agradecer también las versiones de las obras de uno de los amigos más significativos de Ehrenbug, el gran Vassili Grossmann, autor de la monumental Vida y destino (ver en Amazon.es) y al que también encontraremos en estas inapreciables e imprescindibles memorias.
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