martes, 5 de noviembre de 2013

A vueltas con los mitos / Joseph Campbell de nuevo


Como Joseph Campbell es un autor por el que siento apego y creo que el misterio de la interpretación y el significado oculto de los mitos es siempre actual, dejo aquí mi reseña de su último libro, publicado por la exquisita editorial Atalanta: Las extensiones interiores del espacio exterior. La reseña apareció en "Babelia", el suplemento cultural del diario El País, el 2 de noviembre de 2013.


El mitólogo norteamericano Joseph Campbell 
en los años 60 del pasado siglo


Traducción de Roberto Bravo.
Atalanta, Vilaür (Girona), 2013, 228 páginas, 24 euros.


El extraño título de este libro del gran mitólogo norteamericano Joseph Campbell (1904-1987) alberga resonancias de la paradójica enseñanza del filósofo Arthur Schopenhauer: “El espacio está sólo en mi cabeza, aunque desde el punto de vista empírico es mi cabeza la que está en el espacio”. ¿Es posible que el vastísimo espacio exterior —el universo entero con sus soles y galaxias— tenga idéntica extensión en nuestras cabezas? Es decir, ¿podemos abarcar con nuestra conciencia, colocada en una cabeza finita, lo que en apariencia es inabarcable e infinito?

Campbell tiene respuestas para ello extraídas del estudio de los mitos más ancestrales de la humanidad, por ejemplo la mitología de la India, acaso la más exuberante de cuantas inventó la imaginación del hombre. Antes que Schopenhauer y su maestro Immanuel Kant, que razonaron y sistematizaron las categorías de tiempo y espacio, los yoghis del Indostán supieron que cada ser vivo es un microcosmos que refleja en sí el cosmos; somos productos de esta Tierra, somos sus órganos y los ojos del planeta, nuestro conocimiento es el conocimiento del planeta…


Los mitos de las diversas culturas humanas transmiten sentimientos e intuiciones primordiales; en las religiones se observan los mismos temas míticos, aunque interpretados de diversas maneras. La inmortalidad es el motivo estrella. El ser humano tuvo conciencia de ella acaso de manera innata, igual que también tuvo el sentimiento de lo sagrado y de la divinidad.


Portada del libro de Campbell

Campbell nos recuerda en los tres intensos capítulos de este libro que el mito es metáfora, que nació de la imaginación sin ánimos de literalidad; asimismo que tan absurdo resultaría interpretar los mitos al pie de la letra como tacharlos de mentiras: remiten a verdades ocultas, no por ello menos potentes e influyentes. Interpretaciones literales, tribales o locales de los mitos “sólo aportarán sufrimiento” en un mundo cada vez más global que requiere de visiones comunes y amplias; un mundo que debería virar hacia un cambio de conciencia, transformar lo viejo en nuevo, el apego a lo material en desapego, las ataduras en vuelo libre… Esto ya lo enseñaron algunos mitos, los paganos y los cristianos, en Asia y en Norteamérica. Campbell lo recuerda en este libro ameno y lleno de ideas interesantes, como todos los suyos.

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